Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

jueves, 23 de diciembre de 2010

¿Parece... mentira?

Visto en el diario Sport, en su edición digital de hoy, 23 de diciembre de 2010:

El subrayado, por supuesto es de un servidor. Luciana Aymar es la capitana de la selección albiceleste de hockey hierba, y en la capital del Principat se lamentan de que el galardón no haya ido a parar a manos de Leo Messi. Aunque parezca mentira, dicen. Bueno, juzguen ustedes:

¿A quién le queda mejor el azul turquesa? ¿Hay alguien que siga pensando eso de que parece mentira? Un poco más en serio, y antes de que alguien se me eche al cuello por machista, aclararé que Aymar y sus compañeras son las actuales campeonas del mundo de hochey hierba femenino, ganaron la medalla de bronce en las últimas olimpiadas y la de oro en los últimos panamericanos, ostentan el Trofeo de selecciones campeonas, y también vencieron en el último campeonato sudamericano. Por mucho que Leo Messi sea aclamado como el mejor futbolista del mundo, sus méritos a nivel de selección valen tanto como los de Trinidad y Tobago, con todos mis respetos: cero absoluto. Visto todo lo anterior, no creo que el premio otorgado a la jugadora argentina parezca tanta mentira, y sí veo en el Sport lo de siempre: agrio y pueblerino sectarismo.

He dicho.

martes, 21 de diciembre de 2010

Ménage-à-trois

Cena de paz, cena de amor, todo brilla en derredor. Ese es el mensaje fundamental que Florentino Pérez ha querido lanzar hoy a lo largo y ancho de este mundo, con el propósito de calmar las aguas blancas tras el numerito de Ocean's thirteen, la famosa lista con los pecados capitales de Clos Gómez. Que Jorge Valdano y José Mourinho no son santo de la devoción el uno del otro es algo sabido, incluso desde antes que se consumara el fichaje del portugués. Pero viven bajo el mismo techo, y la convivencia, aunque tensa, se debe imponer por el bien del club. El máximo mandatario merengue se ha convertido pues en el vértice principal de un triángulo no precisamente amoroso, pero obligado a funcionar. Lo que suceda a partir de ahora es esencial para que cada cual asuma el papel que le corresponde, y actúe en consecuencia.

Y para triángulos, el que se propone a continuación. Abrimos con este titular de la edición digital del diario Sport de hoy:


Seguimos con este otro, visible en la web del diario MARCA:

Y para rematarla, aquí está la portada del diario AS de hoy:


Interesante triángulo amoroso... periodístico.

He dicho.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Una historia peligrosamente familiar

Algo ocurre en la Casa Blanca, y no augura nada bueno. Ayer, a la conclusión del choque frente al Sevilla felizmente resuelto gracias al olfato de Di Maria, José Mourinho rompió la baraja (para unos) o se puso en su sitio (para otros). Sólo que los primeros, los que creen que el portugués se sobró al airear la famosa hoja de los trece errores arbitrales (presuntamente una obra de Valdano) y de paso, reclamar más apoyo de la directiva para defender al equipo, son mayoría. Así se manifiestan entre otros Alfredo Relaño en AS, o Santi Segurola y Roberto Palomar en MARCA. No sé si es casualidad o no, pero me resulta muy sospechoso este giro copernicano frente al entrenador merengue, al que no hace mucho se le otorgaba un respaldo monolítico y sin fisuras en la prensa capitalina. Ignoro si ha habido consigna por parte de alguien importante en el club merengue, en sentido de romper hostilidades contra Mou en los medios de comunicación afines al Real Madrid (porque, qué quieren que les diga, eso de la independencia de la prensa en general y la prensa deportiva en particular es, en mi humilde opinión, un camelo.) Espero y deseo que todo esto no sean más que fantasías del abajo firmante.

Porque, si efectivamente se ha levantado la veda contra el entrenador madridista, no me cabe duda de que hoy mismo se ha puesto en marcha un poderosísimo engranaje que, lenta pero inexorablemente, triturará incluso a un personaje sólido como Mourinho hasta hacerle puré, para terminar llevándoselo por delante, y con él, muy posiblemente, al mismísimo Florentino Pérez. Es decir, que el actual entrenador merengue seguiría el ignominioso andar de Luxemburgo, Capello, Schuster o Pellegrini. Las consecuencias para el club podrían ser simplemente nefastas. Y la liga española, para mayor regocijo de la pléyade de juntaletras del nordeste, quedaría irremediablemente en manos del Barça durante al menos los próximos diez años. Porque, guste o no, ahora mismo (como ya sucediera el año pasado) el Real Madrid es el único equipo que, mejor o peor, resiste el dulcísimo momento del Barça. Es el único que, de seguir así las cosas, tendrá posibilidades de evitar lo que parece irremediable. Los demás, a estas alturas de campeonato, cuando ni siquiera se ha consumido la mitad de la temporada, simplemente ya no cuentan, no importa lo que digan las matemáticas. Juegan otra liga, y lo saben.

Mourinho tiene razón en una cosa: él no está para ser el recadero de nadie en la directiva. Se le paga para entrenar y ganar títulos, no para oficiar de correveidile. Y si algún directivo (incluido el ínclito Valdano) tiene razones para protestar la actuación del árbitro, que lo haga en persona si se atreve, en vez de pasar el recadito al entrenador para que se coma el correspondiente marrón. Y si Mourinho reclama más poder en el club, no es menos de lo que hace el bueno de Guardiola en el Barça (Zubizarreta, en mi opinión, es un mero adorno), lo que pretende Benítez en el Inter, o la posición de que goza Arsene Wenger en el Arsenal (éste último, por cierto, sigue tan campante a pesar de su paupérrimo balance de títulos en relación a Manchester United, Chelsea o Liverpool). Mourinho, en definitva, reclama para sí lo que debe tener: el apoyo decidido de la directiva, el respaldo unánime del club, y que le dejen trabajar, en lugar de ponerle zancadillas. ¿O es que en el Real Madrid pensaban que habían contratado a la Madre Teresa? No lo creo; más bien pienso que sería más sensato actuar de modo consecuente: si le has contratado, toca apuntalarle con todas las consecuencias y hasta el final. Luego ya se verá.

Porque si todo lo anterior fuera poco, y al margen del sainete de la lista de los trece puntos en Word, se oye la sempiterna cantinela de que el Real Madrid no tiene derecho a quejarse cuando las decisiones arbitrales le perjudican. Algo que ya hemos escuchado recientemente en boca del presidente del Valencia, y ahora por obra y gracia de Josep Maria del Niu. Otros, incluyendo a los mentados juntaletras del Principado, sí: faltaría más. Pero el Real Madrid, nanay. Esto no es victimismo, señores, es simplemente poder hacer lo que otros: decir que, conforme a tu criterio, el árbitro te ha perjudicado. Ni más ni menos. ¿Que sucede en muy raras ocasiones? Cierto, pero sucede.

No es momento para esto, no es momento para cargarse el proyecto de este año cuando aún no se ha escrito ni la mitad de la historia. El daño puede ser gravísimo.

He dicho.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Prensa... ¿deportiva?

Portada de El Mundo Deportivo de hoy, 16-XII-2010:


Por si alguien no los identifica, el de la izquierda es Iker Casillas, el de la dderecha es CR7 y la dama que figura entre ellos es Sara Carbonero.

Sin comentarios.

He dicho.

lunes, 6 de diciembre de 2010

El valor del Silencio

Han pasado siete días desde el Clásico contra el Barcelona. Y es ahora, una semana después del, para mí y otros tantos madridistas infausto partido del Camp Nou que vuelvo a asomarme al teclado. Del partido no tengo nada que comentar. El resultado final lo dice todo, así que no queda más que rendirse ante la evidencia y seguir peleando, luchando hasta el último aliento y el último minuto. Esa es la obligación de los jugadores, del cuadro técnico y de la directiva. Sin rendirse nunca, jamás. Han perdido una batalla. Estrepitosamente, sí. Pero la guerra sigue, y en varios frentes. Por lo pronto, la difícil victoria del pasado sábado ante el Valencia habrá servido, espero, para tomar un poco de aire, restañar las heridas aún sangrantes y recobrar algo de una moral que adivino barrida, aniquilada y destrozada.

Durante estos días de difícil trago, la mayoría de mis amigos (y familiares) culés o, en el mejor de los casos, antimadridistas furibundos ha sido la de guardar silencio. Lo aprecio y lo valoro, porque es justamente lo que deseaba. No ya sólo por el estado de ánimo, que también, sino porque estimo que es la justa correspondencia a mi política de siempre en casos deportivos: vive y deja vivir. Disfruta de lleno de las victorias de los tuyos con aquellos que comparten tus simpatías, y deja a los demás en paz. No me cabe duda de que algunas personas cercanas habrán disfrutado como niños viendo el recital de los chicos de Guardiola. Pero en lo que a mí respecta, ya fuese en presencia o en la distancia, si te he visto no me acuerdo. Gracias pues.

Otros, los menos, no. De un modo u otro me recordaron lo sucedido, con insistencia en algún caso. Bien, nada que objetar. Libres somos. Pero ante un estímulo así tenía varias salidas. Y al final, opté por la que me pareció mejor: negarles lo que me habían dado y regalarles lo que hubiese querido para mí, y que no era otra cosa que silencio, silencio absoluto. El mismo silencio que observaré escrupulosamente cuando las tornas se viren, siempre fiel a mí mismo. Una opinión que, por cierto, no es la primera vez que expreso en este mismo espacio, cuando la diosa Fortuna sonreía, no hace tanto, a mis colores.

Porque las tornas, con total certeza, cambiarán. No sé cuándo, ni cómo o por qué, pero lo harán porque siempre lo han hecho. Es ley de vida: los triunfos nunca son permanentes y el viento siempre cambia de dirección, ya sea por lesiones, defecciones, por la llegada de alguna oveja negra o la ambición incontrolada de algún jugador o (más corriente de ver) de su representante; por el hastío de los triunfos, por imprevisión o exceso de confianza, por la soberbia, por la mala gestión de los directivos (que le pregunten al Valencia) o, más simplemente, por el paso inexorable de la edad y la pérdida irreparable de ciertos jugadores, técnicos o directivos clave. O por cualquier otra circunstancia impredecible e imprevisible. Aníbal cruzó los Alpes en lo que parecía una empresa irrealizable, machacó a la caballería romana de Publio Cornelio Escipión padre en el río Tesino, destrozó a las legiones de Sempronio en Trebia, aniquiló al ejército consular de Flaminio en el lago Trasimeno y, finalmente, masacró cuatro ejércitos consulares al mando de los cónsules Emilio Paulo y Terencio Varrón en Cannas, en una auténtica orgía de sangre y muerte. Pero Aníbal se enfrentó a Publio Cornelio Escipión hijo en Zama, donde acabó siendo descalabrado, y ése fue el principio de su fin. Los suyos, los cartagineses, hicieron el resto. Como los mismos romanos con su general, por cierto. Guardiola y los suyos verán el día en que llegue su Zama particular. Su Escipión les aguarda. Sólo es cuestión de dónde y cuándo.

Y cuando llegue ese día, insisto, sólo habrá silencio por mi parte hacia las personas cercanas que profesen los colores blaugrana. El silencio, ese valioso, agradable y elocuente compañero de viaje. Guardaré mis palabras para los de siempre, para nada cercanos en lo personal, deportivo o geográfico. Y mientras tanto, paciencia y a recordar el viejo proverbio Klingon con el que Tarantino abriera hace años su inmortal epopeya Kill Bill. Hoy he roto el silencio. Porque he querido, por pura y simple voluntad.

He dicho.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Alguien necesita ayuda urgente

Escribe J.M. Artells para el Mundo Deportivo lo siguiente:

Mourinho jugó con siete suplentes pensando lógicamente en el clásico, pero quedó retratado tras provocar el incendio en el Sporting de Gijón.

Osea, que si el entrenador del Madrid guarda a siete titulares pensando en uno de los partidos más trascendentes de la temporada, sabiéndose ya clasificado para octavos de la Champions y con la posibilidad, en caso de haberse torcido las cosas, de enmendar la plana en el último partido, eso es una trapacería. En cambio, si Manolo Preciado alinea no siete sino diez suplentes frente al Barça pensando únicamente en salvar los muebles frente al Valencia en la siguiente jornada, eso es algo que entra dentro de lo lógico. Naturalmente, sin tener en cuenta la distancia que pueda existir, dicho sea con todos los respetos, entre los suplentes del Madrid y los del Sporting de Gijón.

Pues fíjese, señor Artells: a Preciado la jugada le salió mal, de todas todas. Perdió en Barcelona, perdió en casa frente al Valencia (más claramente aún) y volvió a perder, justito pero definitivo, frente al Madrid. A Mourinho, ese demonio del Mediodía, la primera parte de la jugada, por lo menos, le ha salido bien. Tanto que hasta con suplentes y todo barrió del campo a uno de los conjuntos más laureados del continente, al que el Madrid jamás había ganado en su casa, un feudo en el que, por añadidura, el glorioso Ajax de Amsterdam nunca había encajado semejante correctivo.

Si eso es quedar retratado, señor Artells, entonces Mourinho no necesita de ningún Velázquez. Se basta él solo. Por el contrario, ¿está usted seguro de que no necesita a alguien que le eche una manita para hacer mejor sus deberes?

He dicho.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Un momento en la mente de Pepelu

El veterano columnista pasó su mano por la frente sudorosa: no sabía qué hacer. Su inspiración, otrora presta y aguda le había abandonado, o eso parecía. Demasiada tensión, sí, ese debía de ser el motivo. No era tarea sencilla rellenar un espacio todas las semanas con críticas hacia el Madrid, pero esa era la razón, su razón de ser, su más importante y crucial cometido, su principal leitmotif para existir, su particular cruzada. Durante meses, se había sentido embutido en la armadura de Godofredo de Bouillon, repatiendo mandobles a diestro y siniestro en nombre de la verdadera fe, destrozando testuces y brazos del enemigo. ¡Pep lo quiere! había gritado siempre en tales ocasiones, pero ya no era el caso. Por último, hasta ganaban convenciendo y todo, los muy infieles hijos de..., así que no había punto de comparación con el año anterior. ¡Ah, la época de Pellegrini, aquello sí que daba gloria!¡Alcorconazos y patinazos variopintos, qué diferencia, qué tiempos! Entonces era muy sencillo ganarse los garbanzos, la escritura fluía como el agua de un torrente, el verbo era inmediato como el canto de una ave, pero ahora... ¡maldita la estampa de aquel demonio portugués!

¿Cómo empezar?, se preguntaba una y otra vez. Su mente bullía nerviosa mientras sus dedos repiqueteaban impacientes sobre el teclado sin acertar a escribir una sola sílaba. El jefazo esperaba algo, lo que fuese, pero no podía aparecer frente él con las manos vacías, eso supondría un desastre, una verdadera hecatombe. Su sólido prestigio, duramente ganado durante décadas de fina agudeza, verbo sutil y ágil ironía, estaba en entredicho: debía producir una buena columna, y urgentemente. Recordaba a su director dándole una palmadita en el hombro: tú puedes, Pepe, hazlo como tú sabes, dales caña y todo eso. Sí, pero la musa se había esfumado y eso le atormentaba. Echóse un trago de agua, mientras el sudor perlaba su frente. Debo empezar, y no sé cómo. ¿Quedará algún cabello a salvo de las nieves del tiempo? Porque ya era bastante doloroso tener el pelo teñido de blanco por el inexorable transcurrir del tiempo. Sí, aquello era lo más duro.

Una chispa de inspiración acudió rauda a su mente: la prensa rival, eso es. Allí debía estar el principal motivo de inspiración, que a falta de pan buenas eran... ¿ensaimadas, quizá? Definitivamente, se estaba haciendo viejo. Pero tecleó con tino las palabras adecuadas y una imagen se dibujó en la pantalla, una imagen familiar, la había visto en alguna parte: ¿cómo se llamaba aquel pintor? Sí, porque rimaba con... sí, debía de ser ése, fijo. Poco a poco, su única neurona comenzó a funcionar y a enviar impulsos al primitivo cerebro. Menuda, oye, pintan al portugués en plan mártir y todo, ssssssí... Como si le fusilaran los cartagineses ante las puertas de La Coruña en plena guerra del 36, mismamente. Y rápidamente, veloz como el rayo, la inspiración que le había hurtado sus favores acudió presta a su llamada. ¡Ya estaba!

Sabía lo que debía escribir, pero la cuestión era... era... era... ea, ea, ea... ¡Pues claro! Eso mismo: ¡Ea, ea, ea! Qué mejor manera de empezar, igual daba que hubiese empleado la misma fórmula una, dos, o las veces que fuera necesario: el jefe lo entendería, le gustaba y eso era más que suficiente. Ea, ea, ea..., ¿qué? ¿El Madrid? No, no, no, no... Ya lo había usado antes, o eso le parecía por el zumbido en la oreja peluda. Se rascó. ¿Florentino? Tampoco, algo le decía que eso ya había sido empleado antes. ¡Mecachis!, clamó irritado para sus adentros, ¿tendré que pensar de nuevo? Con lo que me cuesta...

Florentino, no, el Madrid tampoco, los fantasmas... qué va, demasiado visto. La caverna... no, tampoco. ¡Aaaaah, sí! El madridismo, ésa era la respuesta que tanto le costaba evocar. Lo demás ya lo habían leído en alguna parte pero aquello era totalmente nuevo: Ea, ea, ea, el madridismo se cabrea, ¡qué genialidad!¡Qué talento el suyo! Claro: como el periódico con la imagen del portugués era de Madrid, pues era cosa del madridismo, fíjate tú. Y después de todo, estaba en los periódicos. ¿Cómo no se le habría ocurrido antes? Definitivamente, perdía facultades a pasos agigantados.

Lo difícil era el comienzo, pero el resto quedó a cargo de su verbo agraciado por los dioses de la literatura periodística. Ahí va, jefe, se dijo a sí mismo mientras enviaba su columna recién redactada al correo de su director... ¿cómo coñe se llamaba? Daba igual, lo importante era el dinerito a fin de mes, el restaurante de siempre y el Vega Sicilia a punto. Lo demás importaba bien poco. Se pasó la lengua por los labios. Misión cumplida: libertad, concupiscencia y antimadridismo, o algo así, que decía aquel francés, Montepalomieu, o como fuese.

He dicho.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Cateto al nordeste

El título de este post se inspira en la película protagonizada por el gran Alfredo Landa Cateto a babor, en la que el actor navarro daba vida a un recluta de la marina de humilde origen rural y a las vicisitudes que tenía que afrontar durante su período de instrucción. Sin embargo, el contenido no tiene que ver con la historia cinematográfica, y sí con el hecho de señalar que existe un señor, en el nordeste de este país, director de periódico deportivo por más señas, y que se ha conducido como un cateto en su columna sobre el ya cansino affaire Mourinho-Preciado, la intervención de la comisión Antiviolencia y la declaración que el Real Madrid, por boca de su director general, ha hecho pública en defensa de su técnico. Reproduzco íntegramente la columna de Santi Nolla:

¡Vergonzoso!
Mourinho ha provocado que Florentino y Valdano salieran a defenderlo. El portugués había mostrado su enfado porque creía que el club blanco no lo había apoyado. Ayer el Madrid envió un lamentable comunicado contradiciendo a la comisión antiviolencia y Valdano, que un día dijo que Mou nunca entrenaría a un equipo suyo, cargó contra Preciado provocando todo un clima de mayor crispación, impropio del Madrid, un club que está en manos de un provocador prepotente, un comunicador sin principios y un presidente desbordado. El discurso del Madrid señor se ha roto. Ya no hay caretas y el fútbol español anda crispado y dolido, mientras al Madrid nadie le mete mano. Nadie se atreve y así campa a sus anchas. Es sencillamente escandaloso.

El comunicado del Madrid habla de un hecho "objetivo y sancionable" a lo que dijo Mourinho de que el Sporting le regaló el partido al FC Barcelona. En el código del fútbol hay un principio máximo entre técnicos, de respeto. Mourinho dijo que Preciado se dejó ganar un encuentro, cuando en ese partido el Barça sólo pudo ganar por 1-0 en el Camp Nou, con muchos problemas y pidiendo la hora al final. Mou lo hizo para presionar a los clubs que jugaban contra el Barça y ahora el Madrid dice que es un hecho, cuando sólo es una opinión maligna, execrable, indecente e intolerable. Preciado contesta en condicional, que si eso es lo que cree de verdad, Mourinho es un canalla. Y ahora resulta que el verdugo es Preciado y la víctima Mourinho. ¡Hasta aquí hemos llegado!. Mourinho, Florentino y Valdano son los responsables de la crispación y si se deja pasar ésta el fútbol español quedará demasiado herido para que alguien se lo pueda creer. ¡Vergonzoso!

A ver, figura:
  1. ¿Esperabas acaso que los responsables del Real Madrid no defendiesen a su técnico sólo porque se llama José Mourinho y es el blanco de las iras del equipo de tus amores? ¿Cuántos dedos de frente tienes?
  2. Claro: si Preciado decide guardar a ocho de sus teóricos titulares y afrontar el partido contra los tuyos con los suplentes, eso es un ejemplo de coraje y valentía, ¿no, genio? Perdió por la mínima, ¿verdad? Pues imagina lo que hubiera podido pasar de haber jugado con los titulares. En cambio, perdió frente al Barcelona y después, volvió a perder en casa frente al Valencia haciendo uso de su teórica artillería pesada, tan celosamente resguardada. Pues qué quieres que te diga, no lo siento ni por él ni por su equipo. Que Preciado alineó a los suplentes frente al Barça, entiéndelo, es un hecho, y no una opinión maligna o execrable.
  3. Las declaraciones de Valdano causan crispación, ya. Y cuando Preciado afirma que si por él fuese sentaría a Mourinho entre los radicales del Sporting (cosa que tú te cuidas muy bien de mencionar, por cierto), eso no es una incitación a la violencia, por no mencionar los insultos, incluyendo ese canalla tan condicional.
  4. Ese asunto ya estaba olvidado, así que ¿a qué viene ahora la comisión antiviolencia, actuando a destiempo y reavivando un tema del que ya nadie se acordaba? ¿No era más lógico haber actuado inmediatamente después del cruce de declaraciones y antes del partido? Pero cuando se trata de darle caña al Madrid, cualquier momento es bueno, ¿no?
  5. ¡Cuán lejos quedan ahora los tiempos en los que el bueno de José Luis Núñez, oportunamente coreado por el estrafalario amic Gaspart, decía a voz en grito aquello de que al Madrid le regalaban los partidos! Entre otros muchos patéticos dislates, claro. Naturalmente, eran verdades como puños, y nunca opiniones malignas o execrables. Sí: ¡eran hechos! y algo así nunca podría incitar a la crispación. Dale a la manivela, Santi, a ver si se te reactiva la memoria, anda.
  6. Eso por no recordar la actitud de Preciado, denunciada por algunos integrantes de la expedición del Real Madrid, en el sentido de gestos obscenos (mano-al-paquete, o sea) a las afueras del estadio y tras la conclusión del partido. Algo, dicho sea de paso, que tú tampoco mencionas, lumbrera.
  7. Tus comentarios, naturalmente, son producto de la justa indignación, y en ningún caso pueden incitar a la crispación y la violencia, para eso existe la libertad de expresión. Y después de todo, ser antimadridista mola mogollón, contra el Madrid vale todo. Y es que claro, el señorío del Madrid consiste, básicamente, en aguantar estoicamente todo cuanto le llueva encima tenga o no razón. Que eso lo insinúe alguien tan victimista y llorón como tú, tiene delito, Santi. Delito.
A ver, Santiaguito, lee de nuevo el post y dime, ¿me has entendido... cateto?

He dicho.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Como si les hubiese parido

Nadie ha querido apostar. Buena cosa, habrían perdido:
  • Esta vez, el expulsado ha sido Mourinho. Y de la peor manera para un hombre que presume de tenerlo todo controlado al milímetro. Feo, muy feo, este “vete a la mierda” al árbitro del Madrid-Murcia. Miren por dónde, el hombre que vive de la intención de poner nervioso a sus grandes rivales, mayormente al Barça, se ha puesto nervioso con un humilde Segunda B... ¿O no? [Joan María Batlle, desde el púlpito, en Sport].
  • Además de ser un técnico polémico, Mourinho tampoco suele llevarse muy bien con los colegiados. La roja que le mostró ayer Paradas Romero hay que sumarla a las siete que ya acumula desde que decidió ser entrenador. [Redacción Mundo Deportivo].
Son como críos...

He dicho.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

No hubo "Pimentonazo"

Por un momento creí que no vería este momento. Han hecho falta dos años y la mano de Mourinho para que el Real madrid superase la primera eliminatoria copera con claridad y sin apuros, como se presume en uno de los dos grandes frente a un modesto segunda B. Atrás quedan, aunque aún son visibles por el rabillo del ojo, el fiasco de hace dos años ante el Real Unión de Irún y el penoso alcorconazo del año pasado, el principio del fin de la etapa de Manuel Pellegrini y que alimentó el mito (o quizá no tan mito) de que el banquillo del equipo merengue era lo más parecido a una silla eléctrica. El pase a octavos está conseguido y las puertas para un nuevo e interesante duelo copero quedan abiertas de par en par. Llegados a ese punto, uno no sabe muy bien qué desear: un equipo grande supondría sin duda mayor atención y concentración para los jugadores, minimizando así los riesgos de caer en el relax anticipado, en tanto que un equipo de menor entidad parecería a priori más asequible. Pero después de experiencias pasadas, cualquiera se fía.

Este partido ha servido, además, para la reivindicación del pirata Granero (espléndido golazo el suyo), rodaje para Raúl Albiol, Pedro León, y Mahamadou Diarra y un gol (aunque sea de penalty) para Benzema. El único eslabón débil de la cadena se llama de momento Sergio Canales, a quien parece que la camiseta le pesa más que una cota de malla. Será cuestión de seguir confiando en las dotes de recuperador del entrenador luso. Para la posteridad quedará el recital de tarjetas (¿era necesario tanto cartón?) del colegiado Paradas Romero, quien no tuvo reparos en expulsar al técnico madridista por mandarle a la mierda. Según él.

Y ya que lo pienso, tengo la sospecha de que los de siempre, los plumillas de la prensa del Principado harán de las suyas mañana y sacarán tajada de lo ocurrido con el de Setúbal. O yo les conozco mal, o se admiten apuestas.

He dicho

martes, 9 de noviembre de 2010

Lo que el derby nos dejó

Apagados ya los últimos rescoldos del clásico madrileño del pasado domingo, deportivos y también extradeportivos, es hora de hacer alguna reflexión. Lo del Atlético en el Bernabéu empieza a parecerse a lo del Madrid en el Camp Nou: fueron necesarios tres lustros para ser testigos de una victoria merengue en el sacrosanto coliseo blaugrana, y ése es precisamente el camino que los colchoneros están siguiendo en el campo de Concha Espina. Apenas quedan testigos en las plantillas actuales de ambos equipos de la última victoria de los del Manzanares en el feudo del eterno rival. Casillas y alguno más, si acaso. Los medios de la prensa escrita apuntan en la dirección de que el problema no es de calidad de la plantilla atlética, sino de actitud y falta de fe en las propias posibilidades. Por razones obvias no me mojo del todo, ya que ignoro lo que pasa por las mentes de los atléticos, pero es una teoría que considero probable: no saltar al terreno con mentalidad plenamente ganadora suele ser la clave de muchas derrotas anticipadas.

En general, los medios escritos y radiofónicos no han puesto peros a la victoria madridista, al tiempo que han resaltado el buen papel del Atlético. Para la posteridad quedarán los dimes y diretes por penaties no señalados, balones al palo y ocasiones perdidas. El pase de espalda de CR7 a Xabi Alonso y el subsiguiente cruce de palabras subidas de tono entre el luso y Raúl García sólo ha sido comidilla para los medios de comunicación. Ni me molesto en comentarlo porque no creo que tenga trascendencia alguna.

Otros detalles para la posteridad fueron el gran partido de Ricardo Carvalho, cuyo fichaje fue en su momento fuertemente criticado por la edad del central y que está resultando ser una pieza clave en la defensa merengue, la falta de definición del cuadro atlético, al que las polémicas sobre la titularidad o suplencia de Diego Forlán y sus desencuentros con Quique Sánchez Flores han podido pasar factura... y el hecho de que esta plantilla rojiblanca, siendo muy buena como es, no se encuentra este año en condiciones de disputar el título a los dos de siempre. De momento, sólo el Villareal aguanta. Ya veremos cuánto.

He dicho.

lunes, 25 de octubre de 2010

¿Por qué no se calla?

José Luis Pepelu Carazo(te), columnista del diario Sport de Barcelona y azote de las buenas maneras de su profesión, y Hugo Chávez Frías, presidente de la República de Venezuela, tienen algo muy en común: su incontinencia verbal y su acusada tendencia a abusar del mismo, manido y mediocre discurso. El segundo se llevó la reconvención pública del Rey de España cuando no dejaba articular palabra al presidente ZP. Pero al primero no hay pichipata que le haga callar, por más que siga machacando con sus cansinas diatribas la sesera de propios y extraños. Juzguen:
  • Los de ahí abajo están crecidos, muy crecidos, pese a que el Barça siga viendo al Madrid desde su espejo retrovisor. La verdad, es que se comportan como niños, sin pasiones. Los de la ‘caverna mediática’ siguen soñando con un vuelco en la cabeza, sin tener en cuenta que es el ‘Magic Team’ de Guardiola quien va en cabeza (un punto por encima) y que tan sólo quedan dos jornadas para que termine la temporada. [Sport, 7 de mayo 2010]
  • Los del espejo retrovisor, los que acostumbran a estar ahí abajo, están muy crecidos. Van líderes en la Liga y en su grupo de la Champions y esta es la razón y el motivo de que la ‘caverna mediática’ se haya olvidado por completo del ‘Villarato’ o del ‘Séptimo de Caballería’, en clara referencia a las presumibles ayudas arbitrales que recibía constantemente el Barça de Guardiola y haya dejado a un lado el ‘canguelo’ y el ‘cagómetro’, expresiones que utilizaban los de la Meseta para intentar sacar de quicio a los campeones azulgrana. [Sport, 24 de octubre de 2010]
Por el amor de Dios, Pepelu: ¿no te da vergüenza repetir punto por punto las mismas paridas? ¿No te sonrojas siquiera un poco después de escribir semejantes estupideces? ¿Por qué no le cedes tu salario a una O.N.G. y así limpias un poco tu pésima conciencia y redimes a tu denostada profesión?

O mejor aún, ¿por qué no te callas?

He dicho.


miércoles, 20 de octubre de 2010

Let's learn Spanish

Si ayer dedicaba una breve entrada a Joan Vehils y su anglopatinazo, hoy tengo que hacer lo propio con Pepe Carazote. Parecería que en el diario Sport no hay nadie que revise las columnas en busca de gazapos o, si lo hay, que no tenga ni idea de qué buscar ni cómo. O peor aún, que ese alguien ni siquiera exista. La cosa es más grave si se tiene en cuenta que el zorro plateado no es catalán sino vallisoletano, oriundo de esa meseta con la que sus correligionarios tanto se meten por activa y pasiva. Reproducimos:

Quiso (Sandro Rosell), en todo momento, que el socio compromisario actuara libremente, en conciencia, tras la exposición de una serie de echos como se había comprometido en la campaña electoral.

Pepelu: es hechos con hache, del verbo hacer. Por si lo habías olvidado. ¿Es que te han dado un baño de inmersión lingüística? ¿O querías decir 'ecos' en inglés, al revés del director que te paga el Vega Sicilia? En ese caso, acuérdate que cuando un sustantivo inglés termina en 'o', el plural se construye con 'es' al final. Que lo sepas.

He dicho.

martes, 19 de octubre de 2010

Aprendamos inglés

Así se llamaban los libros de lengua inglesa que tuve que digerir allá por sexto de la antigua Educación General Básica, siendo apenas un tierno crío que empezaba a dejar atrás la niñez (algo que aún no he conseguido del todo, dicho sea de paso). El título no era ése, sino su equivalente anglosajón, es decir, Let's learn English. Más tarde vendrían otros libros de enseñanza, como Peter and Molly y algunas obras en ediciones muy sencillas, como el inolvidable Prisoner of Zenda de Anthony Hope y los Thirty-nine steps, de John Buchan, ambas llevadas al cine en repetidas ocasiones.

A pesar de tener, creo, un dominio razonable de la lengua de William Shakespeare y Agatha Christie, procuro evitar los anglicismos cuando escribo en español, a menos que éstos hayan sido reconocidos por nuestra R.A.E. Y desde luego, en caso de duda, no vacilo en consultar antes el diccionario. Porque puestos a hacer gala de conocimientos de inglés, lo menos que se puede pedir es hacerlo con propiedad. Digo yo.

Aquí va un extracto de la columna escrita hoy por Joan Vehils, director del Sport:

El presidente (Sandro Rosell) recordará de por vida esos 29 votos de diferencia que hubo entre el sí y el no. Tras realizar el mejor ‘speach’ desde que accedió al cargo, sólo le faltó que los compromisarios remataran la jugada y, hoy por hoy, estaríamos hablando en términos muy distintos de lo sucedido.

De dónde ha podido sacar el ex de Arantxa Sánchez Vicario semejante término, lo ignoro. Tal vez se haya acordado de la palabra melocotón (peach) y ha supuesto que para decir 'discurso' en inglés, bastaría con añadir una s al principio. Total, como se pronuncia 'spích', pues lo mismo dará. Una m... espichada en un palo, vamos. O similar. Pero lo cierto es que la palabreja de marras se escribe speech, y se pronuncia como una i prolongada, como sucede invariablemente con la doble 'e' inglesa.

Porque no hay nada peor que poner un anglicismo donde no debería (por mucho que se trate de una columna periodística), y encima hacerlo mal. Así que, como penitencia, bien haría el susodicho en empollarse todos los libros adecuados, desde Let's Learn English hasta Sesame Street (y no 'estrít') y sólo tras echar un vistazo a los múltiples diccionarios en línea que la red nos ofrece, arriesgarse a escribir algo en una lengua que, claramente, no es la suya. Así que castigado, hala. Por tornillo (en inglés screw, pronunciado 'skru', y no 'escríu').

I've said so.

domingo, 3 de octubre de 2010

Los más listos de la clase

Ignoro si Florentino Pérez sabía lo que hacía cuando fichó a José Mourinho para dirigir los destinos de la primera plantilla del Real Madrid. Quiero decir, más precisamente, que desconozco si se hacía cargo del alcance del fichaje, en todos los sentidos. El portugués está demostrando ser un personaje sumamente astuto. Y las plumas de nuestra ilustre prensa deportiva están cayendo tan bajo que no se adivina el fondo del pozo. En el panorama futbolístico patrio, ya teníamos un chico muy listo: Pep Guardiola, el noi de Santpedor. Pero ahora le ha salido un digno competidor en la figura del controvertido entrenador luso, más allá de lo meramente deportivo y mucho más allá de su particular histrionismo.

Ambos tienen aspectos en común. Ya imagino a los culés más recalcitrantes protestando por esta blasfemia: ¡cómo se van a parecer, tan buen chico el uno y tan borde y chuleta el otro! Pero que Mou sea ahora mismo el mismísimo Demonio del Mediodía para los blaugrana no debe ser obstáculo para fijarnos un poco. Guardiola asumió como norma no conceder entrevistas a los medios de comunicación, hablados o escritos. Hizo muy bien, porque dedicarle más tiempo que el estrictamente necesario a los periodistas deportivos es simplemente desperdiciarlo. Y más aún cuando, tal y como hacía el catalán desde su etapa como jugador, rompía los tópicos habituales en las ruedas de prensa: es un partido muy difícil, un rival complicado, tenemos que hacer nuestro juego, y bla, bla, bla. Ahora, en esta brillantísima etapa como técnico, controla todos y cada uno de los aspectos de su equipo, al que gobierna con puño de hierro en guante de seda. Además tampoco habla por hablar: su mensaje nunca es repetitivo, y sí finamente calculado, diseñado, predigerido, y por último, lanzado a los tiburones con la sutil precisión de un misil. Jamás queda al azar. Su objetivo último: motivar a sus hombres y nublar al rival. Así de claro. Los éxitos son siempre de sus jugadores, mientras que asume como propios los escasos fracasos cosechados hasta hoy. Como en aquella frase memorable tras la eliminación copera ante el Sevilla, a comienzos de este mismo año: siento que he fallado a mis jugadores. Algo que, entiendo yo, ni él mismo se podía creer. Ni de coña. Pero como motivador de sus jugadores en la derrota, perfecto e impecable. Sus modales de colegial británico, su aparente humildad, su cuidada imagen, todo contribuye a hacer de sí el chico perfecto. A lo mejor meo colonia, decía no hace mucho. No lo creo en absoluto, más bien pienso que es muy, muy listo.

El portugués también controla todos y cada uno de los aspectos del equipo al que entrena y, al igual que Pep, jamás concende entrevistas a las radios ni se rinde ante los jugadores, especialmente si no trabajan como a él le gusta. No se presta al juego de la prensa y, tal y como hace su antagonista, se sirve de ella, aprovechándose de su cateta estulticia. Y aquí se acaban las semejanzas. Mourinho no tiene pelos en la lengua y no duda en lanzar aspavientos. Pero sus desplantes nunca resultan de una pérdida de nervios o de cabeza: al contrario, también persiguen una finalidad. Hace poco más o menos un año, el Real Madrid ganaba partidos, pero el juego bonito que se prometía bajo la batuta de Pellegrini (una apuesta de Valdano como antes lo fue el infausto Carlos Queiroz) no terminaba de llegar. El chileno tenía que justificarse una y otra vez, reclamando una paciencia que nadie le concedería, y menos aún tras la penosa eliminación copera ante el Alcorcón. Hoy pocos se fijan en las carencias que, hasta el momento, ha mostrado el juego madridista. Nadie hace gala de la impaciencia del año anterior. En lugar de ello, los periodistas (especialmente los de Barcelona, claro está) se han lanzado como cerdos tras las trufas, siguiendo el resto de pólvora de los fuegos de artificio que ha lanzado el luso. Que si dejo en el banquillo a Benzema, que si Pedro León no es Maradona, que si me marcho de la rueda de prensa, que si los rivales del Barça entregan los partidos de antemano, etcétera. Todo eso ha convertido a nuestra paupérrima prensa deportiva en un triste sucedáneo de Crema Rosa y otra telebasura similar. Pero nadie habla del juego del Madrid. Objetivo cumplido. Otro chico listo.

Entiendo que muchos de los directores de periódicos y radios de este país se frotaron las manos cuando supieron que Mourinho vendría al Real Madrid. Y éste, generoso, no les ha decepcionado: les está haciendo ganar mucho dinero y genera una portada tras otra. A cambio, se ha convertido en el gigante Atlas, ése mismo que fue condenado a soportar sobre sus hombros el peso de la bóveda celeste. Porque no se requiere menos para lidiar con los mismos medios que han contribuido a triturar y deshauciar a un entrenador tras otro, especialmente en el Real Madrid. José Mourinho tiene muy buenas espaldas, y los periodistas deportivos muy poco seso. Salvo para hacer dinero, claro. Al chico más listo (Pep Guardiola) le ha salido un rival a su altura, no sólo en lo deportivo. Ahora, falta por ver si además se convierte por segunda vez en su Némesis particular.

He dicho.

Add-on: Martí Perarnau en el Sport, martes 19 de octubre de 2010.

jueves, 23 de septiembre de 2010

¡Qué soberana estupidez!

Durante mucho tiempo he creído que el diario barcelonés Sport representaba lo peorcito de la prensa deportiva española, con la sola excepción de las columnas de Martí Perarnau. No es que el resto estuviese como para tirar cohetes, pero al menos no caían en el amarillismo recalcitrante teñido de oscuro forofismo y, a veces y según quién, de catalanismo hidrofóbico. Desde hace cosa de un par de años, sin embargo, debo reconocer que el diario MARCA ha conseguido lo que parecía imposible: desbancar al Sport del dudoso honor de dirigir la retaguardia de la prensa deportiva nacional. Al menos ante mis ojos. Y todo ello gracias a su director: Eduardo Inda. Un señor que de periodismo demuestra saber bastante poco (no digamos de fútbol), y sí manifiesta en cambio un desmesurado afán por el autobombo y un estilo de redacción que oscila entre lo chabacano y lo surrealista.

Hace unos meses, Inda afirmaba en un videoblog publicado en la edición digital de su periódico, y en referencia a Leo Messi, que había que pararle por lo civil o lo criminal, haciéndose eco de una frase a menudo empleada por Luis Aragonés. Añadía que habría que hacerlo dentro de los límites del reglamento, o eso parece. Porque en el video de marras no aparece alusión alguna en ese sentido. La frase quedó ahí. Por cierto, el aludido (osea, Messi) demostró que para frenarle no cabía una cosa o la otra, si estábamos dentro del reglamento.

Este fin de semana, tras la lesión del astro argentino a manos (o más bien a los pies) de Tomas Ujfalusi (fuera del reglamento, claro está), el siempre astuto Pep Guardiola resucitó la frase del director de MARCA, en lo que bien podría entenderse como aquellos polvos han traído estos lodos y, por tanto, descargando sobre el periodista (¿?) navarro parte de la responsabilidad por la lesión de su jugador. Una jugada, como digo, astuta, pues además de acusar a Inda de incitar al juego violento para frenar a Messi, reclama sutilmente más protección para él y aleja de paso los fantasmas del nefando Villarato. Aunque no sé qué más protección quería, ya que entiendo que el árbitro estuvo impecable en el castigo al jugador checo: más no se podía hacer. Pero a Pep Guardiola, por lo que estoy viendo, hay que leerle dos veces. Siempre.

E Inda, en lugar de hacer oídos sordos a las palabras del noi de Santpedor o, en todo caso, de poner las cosas en su sitio (si es que cabía hacer tal cosa), arremetió contra él como un morlaco, acusándole de actitudes fascistas y responsabilizándole de cualquier agresión que pudiera sufrir en el futuro. Semejante dislate mueve a la risa por patético, a la par que califica a su protagonista. Preguntado de nuevo sobre el tema, Guardiola se limitó a zanjar la polémica afirmando que no conocía a ese señor. Punto final.

Puede que en Catalunya estén por la labor de prohibir las corridas de toros, pero Guardiola ha demostrado una vez más que de toreo sabe mucho, mientras que el director del rotativo madrileño no ha resultado ser más temible que una vaquilla en una feria de pueblo.

He dicho.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Star kick... o "kick the (mega)star"

En las tres últimas jornadas hemos tenido ocasión de ver entradas fuertes hacia las máximas estrellas de nuestra liga. El sábado día 12, Gurpegi trababa por detrás a Sergio Agüero en el duelo atlético, con el desenlace ya conocido: el delantero argentino tuvo que ser retirado en camilla y luego, a lo largo de la semana, intentó recuperarse a marchas forzadas para poder estar en condiciones frente al FC Barcelona. En vano. El bilbaíno ni siquiera se llevó una tarjeta amarilla lo que, si no recuerdo mal, habría bastado para obligarle a abandonar el terreno de juego (ya tenía otra). Así que ni hablar de tarjeta roja. El domingo pasado, Tomas Ujfalusi entró a Leo Messi con las consecuencias ya conocidas: una lesión leve de tobillo que, no obstante, tendrá al delantero culé dos semanas de baja. Pero el defensa checo resultó expulsado de modo fulminante: roja directa. Ayer, el jugador del Espanyol Galán entró con los dos pies por delante a Cristiano Ronaldo, lo que también le valió la tarjeta roja y la expulsión.
Los tres casos tienen algo en común: entradas fuertes, aunque con suerte dispar, sobre los jugadores más mediáticos y desequilibrantes de la liga. Pero ahí se acaba todo. La expulsión de Galán suena a exageración por parte de Clos Gómez, árbitro del encuentro. La expulsión de Ujfalusi es a todas luces justa, aunque no hubiese intención de hacer daño, al menos hasta ese punto. Y Gurpegi, como ya digo, se fue de rositas.
Los hinchas del Atleti, empezando por su entrenador Quique Sánchez Flores, tienen motivos sobrados para estar enfadados. Pero no porque la expulsión o la subsiguiente sanción de dos encuentros para el checo hayan sido exageradas, sino porque la entrada al Kun quedó impune, habiendo supuesto un daño evidente tanto para el jugador como para su equipo. Y también tienen razón en sostener que la repercusión del lance ha sido amplificada por tratarse de quien se trata: Messi, nada menos. Los calificativos de la prensa culé, amables como siempre, han sido de todo tipo: que si entrada de caballo, que si violencia, que si tal que si cual. En el diario AS tiraron de videoteca para demostrar que una entrada similar de Dani Alves a Toni Moral (Racing de Santander) se quedó en agua de borrajas. Y, aunque es algo que se sale de la competición española, a mí no se me olvida que un jugador apellidado Diawara dejó a Cristiano Ronaldo en el dique seco durante dos meses largos. El francés no sólo no fue castigado por ello, sino que se permitió decir tiempo después que, de estar en la misma situación, habría hecho exactamente lo mismo. Con dos cojones, el chaval.
La solución al embrollo es sólo una: uniformidad de criterios. Gurpegi tuvo que haberse ido a la caseta, aunque fuese a consencuencia de una segunda amarilla. Y a Diawara tuvo que haberle caído un purito, de esos que te quitan las ganas de volver a hacer lo mismo, y menos aún de proclamarlo. Y por una vez estoy de acuerdo con Joaquín Caparrós: no hay que criminalizar a nadie, pero tampoco dejar las entradas merecedoras de expulsión sin sancionar. A mi mente vuelve ahora la salvajada de Nigel De Jong hacia Xabi Alonso, y el colegiado inglés que nos cayó en desgracia simplemente se acojonó ante la posibilidad de hacer lo que tenía que haber hecho.
En suma: más igualdad, por favor, y menos sensacionalismo. Y, de paso, un poco más de imparcialidad por parte de los medios "informativos". Pero mucho me temo que eso ya será, por desgracia, pedir demasiado.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Cambios para bien

Por primera vez en bastante tiempo, el Real Madrid me dejó tras el encuentro de anoche frente al Ajax de Amsterdam (otrora "coco" de Europa con su invento del fútbol total) buenas sensaciones. No por el marcador, ni falta que hace, después de la avalancha de ocasiones de gol creadas, sino por el juego en sí mismo. Solidez defensiva frente a la endeblez de otras ocasiones (con Casillas sin necesidad de hacer de santo), presión al rival y recuperaciones a mansalva en el centro del campo, y un ataque que pudo lograr una goleada de auténtico escándalo. A destacar los dos jugadores alemanes que han reforzado la creación de juego merengue. Sami Khedira realizó una labor sorda pero muy efectiva de contención y defensa, dando buena salida al balón (Lass Diarrá pierde tres de cada cinco balones que recupera), y la estrella brillante del firmamento tiene también nacionalidad teutona, pero nombre turco: Mesut Özil. Soberbio partidazo el suyo, y a tenor de lo visto, un recambio de plenas garantías para el inconstante Guti o el frágil Kaká. Jugó e hizo jugar a los suyos, desbordando, ofreciéndose, dando paredes... En fin, que se ha ganado al Bernabéu a base de talento y generosidad. Ojalá siga así. Desde luego, y por ahora, su fichaje parece ser el mejor gol que Florentino Pérez le ha metido al FC Barcelona, quien también aspiraba a hacerse con sus servicios (SPORT. dixit).

Lo que no ha cambiado aún es el afán de los delanteros por hacer su jugada y su gol, de modo tan egoísta como absurdo. Tanto Higuaín como CR7 como Di María pecaron en exceso de ignorar a sus compañeros, mejor colocados para el remate en numerosísimas ocasiones, empeñados en hacer una frustrante guerra estéril por su cuenta. Eso es algo que el entrenador deberá corregir en breve, porque semejante egocentrismo (en particular del astro lusitano) no puede llevar a nada bueno. Sólo unas pocas ocasiones fallidas de gol fueron producto de la combinación y el pase, mientras que la mayoría lo fueron de la acción individual.

Y aunque aún es muy pronto para sacar conclusiones firmes, parece que el Real Madrid está asimilando el concepto de juego que Mourinho hizo bueno en el Inter: muy buena defensa (cero goles encajados en tres partidos e, insisto, Casillas aburriéndose) mediocampistas con capacidad recuperadora de balones, capaces de sacar el balón a la contra (allí eran Thiago Motta, Wesley Sneijder y el Cuchu Cambiasso, aquí Alonso y Khedira) y jugadores rápidos y letales en el ataque. Si la fórmula sigue progresando adecuadamente pueden venir buenos tiempos para la Casa Blanca. Ajolá (como decimos por aquí) sea de este modo.

He dicho.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Dos derrotas que duelen

Durante dos maravillosos meses, España y sus gentes han podido lucir con orgullo el que sus selecciones de fútbol y baloncesto ostentasen el doble cetro europeo y mundial. En lo que al fútbol se refiere, seguiremos así como mínimo un par de años más, hasta la próxima Euro-2012 de Ucrania y Polonia, pero Argentina acaba de darle un amistoso correctivo a la Roja. Y en baloncesto, los nuestros acaban de perder la posibilidad de revalidar el título tan brillantemente conseguido en Japón hace cuatro años.
No es mi deseo caer de forma ventajista sobre las espaldas de nuestros Chicos de Oro de la canasta. Esto tenía que suceder alguna vez, y ha sucedido ante una selección serbia que simple y llanamente ha sido mejor. España ha hecho lo que ha podido, ha luchado con todas sus armas, que no eran muchas, y ha caído como cayeron los Tercios en Rocroi: el cuchillo entre los dientes. Nada que objetar ni que reprochar, el deporte es así y punto. Lo sucedido, sin embargo, debería ser motivo para que los responsables del baloncesto español se replanteen algunas cosillas. O al menos así piensa quien estas líneas escribe. Por lo pronto, es una realidad que el mundial de Turquía habrá de ser el último para una parte emblemática de esa maravillosa generación que tan buenos momentos nos ha dado: Felipe Reyes, Juan Carlos Navarro, Alex Mumbrú, Raúl López, José Manuel Calderón y el mismo Pau Gasol están ya en la treintena o la han superado, al igual que el retirado Carlos Jiménez o los ignorados Carlos Cabezas y Berni Rodríguez. La ley de la edad es inexorable, y forzar la máquina con estos chicos es una pérdida de tiempo. Nuestro agradecimiento más sincero y toda la gloria para ellos, pero su momento, por mucho que nos duela y de cara al próximo mundial, ya ha pasado. Jamás olvidaré la noche en que pude verles en la madrileña Plaza de Castilla, agotados tras el viaje de regreso, pero felices y con ganas de fiesta, mientras Pepu Hernández lanzaba su proclama reivindicativa: ¡Ba-lon-ces-to! Uno de los momentos más especiales que, en lo deportivo, he tenido ocasión de vivir.
Cierto: nos quedan Marc Gasol, Fran Vázquez, Rudy Fernández, Sergio Rodríguez, Sergio Llull, Ricky Rubio y otros. Pero quizás haya llegado el momento de soslayarles a ellos también (siempre pensando en el próximo mundial), con excepción de los más jóvenes (Rubio y Llull) y apostar por lo que vienen detrás. Serbia ha marcado el camino, reuniendo un grupo de mocosos preñados de talento a la yugoslava que, por lo pronto, ya se han cobrado el correctivo que recibieron en la final del último eurobásket, y que aún no han dicho su última palabra. Les esperan los anfitriones jenízaros pero, después de lo que vi ayer, no las tengo todas conmigo sobre los chicos del Bósforo y más allá. Empeñarse en exprimir hasta la última gota de las sangre de los Chicos de Oro españoles sería, a mi juicio, un error.
También debo manifestar mi desacuerdo con la línea directora del seleccionador, Sergio Scariolo. Me duele muchísimo su decisión de convocar a Fernando San Emeterio y a Víctor Claver para después no confiar en ellos (ojo, que con el valenciano ya van dos seguidas). Tanto Pepu como Aíto siguieron a rajatabla la misma máxima: todos van, todos juegan, todos cuentan. Esa fue una de las razones que contribuyó a hacer de ellos más que un equipo, un sensacional grupo de amigos y compañeros. No había fisuras ni distinciones porque todos contaban con la confianza de los técnicos. Scariolo y su conservadurismo han roto esa línea, y si el transalpìno va a seguir por el mismo camino, simplemente debería ser reemplazado. Además, yo no soy un gran entendido del deporte de la canasta, pero adivino ciertos errores en su forma de dirigir los encuentros, que pienso comentar con amigos que sí saben de esto (hasta el punto de que de ello viven y comen).
En cuanto a lo sucedido en el Monumental de Buenos Aires ante la selección de Argentina, y a pesar de la escasa trascendencia real del encuentro, entiendo que el 4-1 encajado ante Messi, Higuaín, Agüero y los suyos ha puesto de relieve dos cosas importantes. Una, que Argentina habría podido desempeñar un papel mucho más digno en el reciente mundial de no haber estado bajo la disparatada y arrogante batuta de Diego Maradona, y dos, que España es ahora mismo el enemigo a batir y que nadie nos va a dar ni agua (palabras que en su día hicieron famoso a Carlos Bilardo, además del memorable pisálo, pisálo). Es pronto para sacar conclusiones, y caben mil excusas (el largo viaje, la alineación atípica, la hipermotivación del rival, los balones a los postes), pero es posible que haya que plantearse algo muy similar a lo del básket: algunos de nuestros chicos de oro de fútbol tienen más cerca que lejos su retiro (Xavi Hernández, Marcos Senna, Xabi Alonso, Villa, Puyol, Capdevila, Marchena, y hasta Pepe Reina o Iker Casillas, aunque los porteros son siempre más longevos). De acuerdo, el futuro parece a salvo con los Piqué, Albiol, Cesc, Navas, Valdés, Mata, Javi García o Busquets, a los que habría que sumar a De Gea, Canales, Bojan y las perlas emergentes de las canteras españolas. Pero no caigamos en el error de pensar que los dobles campeones balompédicos, por el hecho de haberlo sido, son para siempre. Nada es así. Ni nadie.
He dicho.

jueves, 15 de julio de 2010

Majaderías Inc.

Ayer mismo comentaba que los diarios deportivos catalanes, enfriada ya la euforia por la consecución del Mundial, han cargado la escopeta y han empezado a disparar las majaderías de costumbre a las que tristemente son tan aficionados. Tal día como hoy, y aprovechando el tirón de Sudáfrica, tanto Sport como Mundo Deportivo han vuelto a las andadas por boca de sus inefables columnistas:
  • El Mundial 2010 le ha dado muchos disgustos a Florentino. Las grandes estrellas se han estrellado, léase Cristiano Ronaldo, Kaká, Rooney o Drogba, mientras que jugadores con un perfil mediático más bajo como Xavi, Iniesta, Forlán o Müller se han revalorizado al máximo. Pero lo que ha sido más noticiable es que dos jugadores descartados y mal vendidos por el Madrid, Robben y Sneijder, fueran las estrellas de Holanda. Cuesta de entender que prescindieran de dos jugadores que han realizado una gran temporada y en cambio se quedaran a Van der Vaart o ficharan a Benzema, que ni tan siquiera tuvo plaza en el Mundial. (J.M. Casanovas, Sport)
  • Los Gerrad, Cesc, De Rossi, Maicon y Schweinsteiger han pasado a mejor vida por diversas razones (la realidad es que Florentino no está dispuesto a pagar más de 30 millones por cada fichaje) y ahora se está echando mano de la lista B, en la que están Javi Martínez (Athletic de Bilbao), Khedira, Meireles (Oporto) y Özil, el internacional alemán de origen turco, quien se convirtió en la figura del pasado Mundial y que, para más inri, se trata de un enamorado del Barça (recientemente declaró que su mayor ilusión sería jugar al lado de Messi e Iniesta). (Pepe Carazote, Sport)
  • Al fútbol se puede jugar muy bien de distintas maneras pero, vistas, oídas y leídas, las conclusiones del Mundial de Sudáfrica, podría deducirse que el público del Bernabéu podría cambiar fácilmente de opinión... si tuviese a los futbolistas que tiene el Barça. Esos que, liderando el estilo de la selección española, fueron aclamados el lunes en las repletas y entusiasmadas calles de Madrid. (Miguel Rico, Mundo Deportivo)
Así que ya ven: el éxito de un club se mide por el de sus futbolistas en una selección, y lo mismo pasa con los fracasos, ¿no es eso? Pues bien, ¿qué cabría decir entonces del genial Messi, que se volvió a casa sin marcar un solo gol? ¿Se acordará el señor Casanovas del bronco Dani Alves, que hizo las maletas al mismo tiempo que Kaká? Touré Yayá y los suyos no pasaron de la primera fase, mientras que Keita y compañía ni siquiera hicieron el camino de ida, exactamente lo mismo que Zlatan Ibrahimovic (modelo de fichaje baratito) y sus vikingos. Recordemos también, para finalizar, que Rafa Márquez y los suyos no pasaron de octavos, lo mismo que CR9. Una vez más, Casanovas aparece como lo que es: el dueño y señor de la opinión sesgada. Tiene descaro que aún, a estas alturas del cuento, aún se atreva a titular su columna como Mi Verdad, pues la verdad es precisamente lo que más brilla en ella por su ausencia.

De Pepe Carazote, qué se puede decir que no esté dicho ya. Como siempre, a lo suyo: un rumor de aquí, un runrún de allí, un recorte de prensa de éste o del otro (prensa de Madrid, naturalmente), todo a la Minipimer y... ¡Bingo! Columna al canto. Y desde luego, haciendo referencia a sus siempre oscuras fuentes. Nos consta, dice. Pues vale, Pepe, si tú lo dices... No deja de ser curioso que cite los clubes de procedencia de los hipotéticos fichajes del Madrid, menos para los jugadores alemanes. Que lo sepas, genio: Sami Khedira es todavía jugador del Stuttgart, mientras que ese criptoculé llamado Mesut Özil es jugador del Werder Bremen.

Y finalmente, a propósito de la columna de Miguel Rico (por el que aún siento algo de consideración), sólo se me ocurre una palabra: Ven-ta-jis-mo.

Pero la guinda del pastel, en este caso del victimismo, la pone el Follonero de J.M. Fonalleras:
  • Aviso para navegantes: aún resuenan los ecos de la resaca y ya se ha levantado la veda contra el azulgrana. El escupitajo de Piqué se ha magnificado en algunas teles hasta niveles risibles, absurdos. No fue un ejemplo de educación, vale, pero tampoco fue el detonante de la tercera guerra mundial. La broma de la camiseta de Cesc les parece casi un asunto de Estado, una ofensa intolerable a la siempre amada afición del Arsenal. Por otra parte, estén atentos a uno de los culebrones de la próxima temporada. Ya se ha iniciado el ataque, que será extenuante, para elevar a Iker Casillas a la categoría de ‘Balón de Oro’. A pesar de la calidad del portero, no olvidemos que los galardones se dan por el año en curso. ¿Qué ganó Casillas, además del Mundial? Y otra: ¿por qué les cuesta tanto confesar lo evidente, que Xavi o Iniesta, también campeones del mundo, son la solución natural del enigma sobre el mérito individual?
Puede que algunos no se sientan españoles, pero no pueden rehuir la herencia que nos une, guste o no. Porque el cainismo de que hacen gala lo llevamos grabado a fuego en la sangre quienes vivimos en esta nuestra sufrida piel de toro. Lo que nos quedará por leer, sólo Dios lo sabe.

He dicho.

miércoles, 14 de julio de 2010

Retorno a la majadería

Es triste, pero es absolutamente cierto: no pueden estarse quietos. Como los niños revoltosos que se portan bien mientras dura la atracción (llámese marionetas, circo, desfile o Playstation) que les mantiene con los sentidos ocupados y que luego, una vez terminada la diversión, tienen que volver a hacer lo único que saben: desinformar, colgarse medallas ficticias, enfrentar, sembrar cizaña, en definitiva: todo menos su auténtico trabajo. El de periodistas.

Porque los ecos del Mundial recientemente ganado por la Selección Española empiezan a apagarse, en aras del interés más inmediato, que es la vuelta a las competiciones domésticas. Y en ese terreno, ya se sabe, no hay amigos ni compañeros: sólo rivales. En el mejor de los casos, claro. Esto significa que gritos como leña al mono o tiro al blanco, hasta ahora en segundo plano, vuelven a llenar portadas. Es de sobra conocido que estamos en el período estival, y que no hay mucho de qué hablar, salvo de las consabidas serpientes, habladurías, rumores, noticias que no son tales, fichajes más o menos reales, etc. Hay que llenar las páginas de un periódico, desde luego, y si no hay con qué hacerlo, pues... habrá que inventárselo, recurriendo como siempre a las fuentes fidedignas de rigor.

No voy a hablar aquí de la campaña urdida desde los medios barceloneses para apropiarse del éxito del Mundial, algo que sólo un columnista (el de siempre: Martí Perarnau), se ha encargado de repartir a partes más o menos iguales, recordando que la gestión del equipo ha sido madridista (y añadiendo acertadísimamente: sin filias ni fobias), así como las paradas, tan importantes como los goles. Goles que, por cierto, ha logrado mayoritariamente un jugador, David Villa, que sí, que tiene contrato firmado con el FC Barcelona, pero que aún no ha jugado un solo minuto con la camiseta de su nuevo equipo y a quien los periódicos de Barcelona han negado su condición de valencianista, mantenida durante cinco temporadas y sólo interrumpida hace cosa de un mes y medio, porque sí. Me extrañaría que en Valencia no contemplasen algo semejante como una falta de respeto. Como mínimo. Por un momento los periódicos catalanes me han recordado a Sméagol nombrando a su tesssoro, acariciándolo y contemplándolo con mórbida adicción: es nuesssstro, lo queremossss, lo queremossss. Y no quiero olvidar que lo que ahora se llama Estilo Barça (antes tiqui-taca) fue aplicado a la Selección Española por un tal Luis Aragonés cuando el Barça estaba sumido en el más absoluto marasmo.

Ojo: no quiero de ninguna manera negar la mayor al FC Barcelona: es obvio que la Selección se apoya sobre sus jugadores, constituidos en pilares básicos de la misma, como tampoco que la Selección se ha beneficiado enormemente del poder defensivo de la dupla Piqué-Puyol y del juego asociativo desarrollado por Xavi, Iniesta y Busquets, como tampoco que eso mismo ha servido para desarbolar, uno tras otro, a todos los rivales que se han escudado detrás de sus respectivas Líneas Maginot o que han intentado emular a Leónidas y los suyos repartiendo estopa. Al contrario: bendito y alabado sea todo ello, por el fútbol español y por el FÚTBOL per se. Pero de ahí a adueñarse de un éxito que es colectivo, ninguneando todo aquello que no sea estrictamente blaugrana, media un abismo. En mi opinión.

¿Un ejemplo reciente de majadería? El artículo que hoy escribe Alejandro Alcázar para el Sport. Pásmense ustedes: a Florentino Pérez no le gusta Angel Di Maria (reciente fichaje merengue) porque no da el tipo mediático. Y añade que pagar veintidós millones de euros por él ha sido una auténtica barbaridad. ¿Qué pensará entonces este buen señor del fichaje de Chygrynsky por el Barça, petición expresa de Pep, al precio irrisorio de 25 millones de mortadelos?

Lo dicho: volvemos al día a día. País...

He dicho.

lunes, 12 de julio de 2010

Al rey, señor de España, rendí siempre honor...

Así reza el himno holandés, estrofas salidas de la mano y puestas en boca del príncipe de Oranje, Guillermo de Nassau. Y tal día como hoy, Holanda nos rinde honores. España acaba de culminar una proeza, una gesta histórica e irrepetible. Puede (ojalá) que nuestro combinado nacional llegue a ganar otra Euro u otro mundial, pero desde luego ninguna noche será jamás como ésta. La noche del 11 de julio de 2010 es, por derecho propio, la noche más grande de nuestro fútbol. Ningún otro éxito de nuestro deporte rey (y los ha habido grandes) iguala a éste, nada ha sido ni es más grande. Merece la pena haber vivido para ver esto, para sentir la calle explotar de júbilo, para oír los gritos de alegría y alborozo, para ver más banderas españolas que nunca, para ingresar (y ya era hora) en el selecto club de los equipos nacionales que han alzado la copa de campeones. Ya son ocho. Tres americanos, cinco europeos. Faltaba una pieza, faltábamos nosotros, faltaba España. Ya no. Dos muescas teníamos en el revólver: la olímpica y la europea, ya tenemos la que faltaba, la más grande y rutilante, la joya de la corona.
¿El partido? ¡Qué contar! Mucha dureza por parte del rival, que intentó destruir el juego español y jugárselo todo a un lance de contraataque o, como mal menor, a la lotería de los penalties. Como sucediera con Cardozo o Roque Santa Cruz en cuartos, o Kroos en semifinales, Robben tuvo su oportunidad. Y como sucediera con ellos, Casillas se interpuso en su camino, frustrando así su cita con la gloria... y abriendo el camino de nuestra propia cita con la diosa fortuna. Para la anécdota quedará el pésimo arbitraje de Howard Webb, demasiado permisivo con la leña repartida por los holandeses. Tanto que, lo reconozco, por un momento clamé por la resurrección del Duque de Alba, de Alejandro Farnesio, de Juan de Austria, Luis de Requesens o Ambosio Spinola, hasta del mismísimo Diego Alatriste, ¡Vive Dios! De Marc Van Bommel se esperaba algo así: es su oficio. Pero no tanto de De Jong, Heitinga o del propio Sneijder. Al final, ganó aquél que fue más fiel a su estilo, al que siguió con su idea, con su filosofía de fútbol hasta el final. Como el Séptimo de caballería: al cántico de Garry Owen, puro y duro.
Este es el fin de muchos fantasmas históricos. Atrás quedan Jean-Marie Pfaff y sus penalties parados a los nuestros, Mikhailovic y sus letales libres directos, Tassotti y su sucio codazo a Luis Enrique, los cánticos de Zubizarreta ante los zambombazos de las águiles verdes nigerianas, los correosos surcoreanos o los quiebros de Zidane para matarnos del disgusto. Descansa en paz, Gamal Al-Ghandour, tu deseo se ha cumplido: España ya es campeona del mundo y nos olvidamos de ti y de tu pérfido silbato. Quedaos tranquilos, Cardeñosa y Julio Salinas, vuestros goles que pudieron ser y no fueron ya son, definitivamente, cosa del pasado. Por dos veces en las últimas grandes citas hemos barrido para siempre la barrera psicológica de los cuartos de final. Todo eso, como las lágrimas de Morientes, ya es historia.
Tan sólo una cosa más: aunque hoy no hiciesen su mejor y más brillante partido, es obvio que el fútbol tiene una deuda enorme, gigantesca, con los holandeses. Tres finales frustradas son muchas, y duelen. Aunque no les conozca personalmente, puedo ponerme en la piel de los Sneijder, Robben, Van der Waart, De Jong, Heitinga, de Wilde, Huntelaar y compañía, así como de su entrenador, Bert Van Maarwijk. Han merecido el mundial tanto como nosotros. Algún día el fútbol les hará justicia, a ellos y a los brillantes genios de la Oranje que dejaron imágenes inmortales en la retina de los buenos aficionados al deporte rey. Sólo espero y deseo que cuando llegue ese día, aún esté yo vivo para contemplarlo y, desde luego, que no sea contra nosotros.
Cuatro siglos más tarde, España ha puesto una buena Pica en Flandes.
Gracias, CAMPEONES. ¡Viva España!
He dicho.
(P.D.: Y gracias, Suiza: el favor ha sido impagable de verdad).

jueves, 8 de julio de 2010

¿Una pica en Flandes?

Lo de anoche fue un subidón. Tremendo, o bárbaro, como diría un argentino. Sublime, celestial, increíble. Después de la tensión de noventa minutos y el descargue por el gol de casta y poderío de Carles Puyol, creo que experimenté una de las mayores dosis de endorfinas que mi cuerpo haya podido recibir. Flotaba en una nube, mientras en el chicharrero barrio de El Toscal (vi el encuentro en casa de un viejo amigo) las bocinas y los cohetes sonaban alocados aquí y allí. Y me repetía a mí mismo "no me lo creo, no me lo creo", a modo de mantra futbolístico. Supongo que la sensación de dulce y feliz incredulidad fue compartida por muchos que, como el que suscribe, no creían que España iba a someter de nuevo a la orgullosa escuadra teutona, y sobre todo con tanta autoridad.

Porque nuestra selección, ésa que ocurra lo que ocurra el domingo ya ha inscrito su nombre con letras de oro en la historia del fútbol mundial, dominó el partido casi desde principio a fin. Por primera vez en lo que va de Mundial se encontró delante de un equipo que no jugó a destruir porque sí, y que dejó a los nuestros tocar la pelota, jugar a lo que saben. Tácticamente (y esto no es más que la opinión de un simple aficionado), me pareció ver que la consigna que Joachim Löw había impartido a los suyos fue impedir a toda costa que los españoles pudiesen dar pases al hueco por el centro de la defensa, desviando el ataque de la Roja hacia las bandas, donde lo que no pudiesen resolver Lahm (muy buen partido el suyo) y Boateng, oportunamente asistidos, lo achicarían sin problema las torres centrales: Mertesäcker y Friedrich. Dos de los germanopolacos y el germanotunecino (Trochowski, Podolski y Khedira) deberían tapar huecos en defensa, así como intentar robar el balón para que, eventualmente Schweinsteiger, Özil y Klose (el polaco restante) pudieran armar contragolpes letales, como ya sucediera frente a la descabezada Argentina maradoniana. Sólo pondría una objeción a este planteamiento: creo que Alemania tiene mimbres más que suficientes como para no plantear un partido a la defensiva y al contragolpe. Por buenos resultados que ello le reportase frente a Inglaterra y Argentina, esta vez no tenían los alemanes frente a sí a una escuadra descompensada o mal ubicada en el centro del terreno, sino a una de las mejores CPUs futbolísticas del panorama mundial: Busquets, barriendo de un lado a otro y dando con grandísimo tino el primer pase; Xabi y Xavi repartiendo en largo y en corto respectivamente, con matemática precisión. Y más adelante, la revolución: tres corretones bajitos (otra genialidad de Del Bosque: el desinquieto Pedrito por el más estático Torres) moviéndose en medio de la División Panzer y aguijoneando aquí y allá, esperando pacientemente la combinación letal, apoyados por los dos laterales (grandísimo, inmenso campeonato el de Ramos y Capdevila). Si le cedían el control de la pelota, los germanos lo iban a tener crudo. Sólo se me ocurre una explicación: respeto, y no sé si aderezado con algo de miedo.

Pero el fútbol a veces te sorprende con circunstancias inéditas, tanto que parecen inexplicables. Porque inexplicable es que España, cuya mayor virtud no son precisamente las jugadas a balón parado (y no digamos ya los saques de esquina), le gane la partida por alto a las torres germanas en su propia área. El gol de Puyol pasará a la historia, al mismo nivel que el testarazo de Maceda que hace veintiséis largos años nos puso en la final de la Euro, pero con una diferencia. Si entonces España aguantó estoicamente el vendaval alemán, esta vez fueron los germanos quienes tuvieron que abrir el paraguas. Tan sólo al final, a contrarreloj, y fiándolo todo a un posible lío en el área rival (Mario Gómez mediante) se les vio encorajinados y lanzados al ataque. Pero ya era un poco tarde, quizás.

El domingo nos espera Holanda, esa selección en el pasado tan maltratada por las circunstancias frente a equipos que no demostraron ser, en esencia, mucho mejores que los Rep, Cruyff, Neeskens, Krol, Rensenbrink y los hermanos Van de Kerkhof, entre otros. Suceda lo que suceda, los nuestros han hecho historia de la grande, de la de verdad. De la mano de Del Bosque y Toni Grande han llegado más lejos que nadie en el pasado, y se merecen sobradamente el reconocimiento de la afición. Tan sólo me resta recordar lo que todos sabemos (o deberíamos saber) ya: esto no está hecho, y delante nos espera una selección que, a lo tonto y a la sordina, lleva más de veinte partidos consecutivos ganados, que ha dejado en la cuneta a los siempre favoritos brasileiros (tras remontarles un gol en contra, algo poco visto en este mundial) y que tiene sus baluartes en viejos y buenos conocidos de la afición española: Van Bronckhorst, Heitinga, Van Bommel, Huntelaar, Van der Waart y sus dos armas letales, Robben y Sneijder. El peor enemigo de España, empero, no son los Oranjes, sino España misma, la euforia anticipada y ese deporte al que somos, tristemente, tan aficionados: desollar al oso antes de haberlo matado.

No os lo creáis todavía, aún queda un durísimo trabajo por hacer. Suerte, campeones.

He dicho.

lunes, 5 de julio de 2010

Panzers a la vista

Pues sí: la Roja ya ha hecho historia, a pesar de que algo así parezca de mal gusto a algunos profesionales de nuestra, por otra parte, erudita y sensible prensa deportiva. No fue fácil, claro que no. Tal y como se presumía, los chicos del Tata Martino hicieron lo mejor que saben hacer (no dejar jugar al rival) para intentar llevarse el gato al agua y ¡vive Dios! que a punto estuvieron de lograrlo. Porque si Casillas (y van...) no hubiese hecho gala de su sagrada aureola o el árbitro (a mi juicio nefasto como él solo) hubiese estado un poco menos desatinado, los nuestros habrían palmado sí o sí, y hoy la prensa cainita estaría haciendo filetes con Del Bosque... y con alguno de sus jugadores.

A mí me encantó el sistema defensivo de Paraguay, su extraordinario despliegue físico y la capacidad de sus jugadores para tapar a los nuestros, aunque también considero que, de haber pasado ellos (felicitaciones aparte, claro) hubiera sido un poco menos justo el fútbol. Porque, independientemente de la legitimidad de jugar este deporte como cada cual quiera (faltaría más), la realidad es siempre tozuda, o suele serlo, y los equipos que han prescindido de un centro del campo creador y de un fútbol más imaginativo se han ido quedando por el camino como las migas de pan de Pulgarcito. Ahí están la rácana Inglaterra capelliana que ha tirado al retrete su inmenso potencial, la orgullosa canarinha de Dunga o la descompensada Argentina del siempre inefable Maradona. Puede parecer ventajista hablar de ellos en tono recriminador por el pobre fútbol practicado o por el diseño de las respectivas escuadras, lo reconozco. A veces, el equipo férreo, disciplinado hasta la extenuación, solidario y resultadista llega bien lejos (que se lo cuenten si no a Mourinho o a Benítez), pero esta vez no ha sido así, y la única selección superviviente que practica este catecismo es el bien armado conjunto charrúa de Oscar Washington Tabarez. ¡Andense con ojo Van Maarwijk y sus herejes!

No, las escuadras férreas se han ido cayendo una tras otra, con la culminación del estrépito en el caso de la albiceleste de Diego Armando, genial como nadie en la motivación de sus jugadores, poco afortunado en todo lo demás, incluyendo un centro del campo muy descuidado y despoblado sobre el que los Panzers de Joachim Löw pasaron una y otra vez como los tanques de verdad sobre Polonia y Francia, haciendo papilla cuanto caía bajo sus cadenas. Alemania, de la mano de este nuevo Erwin Rommel, está irreconocible: mueve el balón con criterio, rapidez y vistosidad, defiende con su acostumbrada y granítica solidez, es letal en ataque, abarca jugadores venidos de medio mundo y... es el miura que tenemos que lidiar. Ahí es nada.

Dos cosas a favor: una, que nadie nos cuelga ya el cartel de favoritos, después de las exhibiciones de los germanos ante Australia, Inglaterra y Argentina, lo que supone quitarse una buena carga de presión de encima, y dos, que los alemanes previsiblemente no saldrán a verlas venir, como han hecho todos los rivales de España hasta el momento, lo que permitiría a los nuestros hacerse con la posesión del balón, algo que no saldrá gratis, desde luego. Y es bueno que las euforias estén esta vez del otro lado, pues ya se sabe que envenenan la mente tanto como el cuerpo.

Una sola cosa en contra: Alemania. Nada menos. Deutschland über alles.

Suerte, campeones.