Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

viernes, 21 de noviembre de 2008

Dos caras

De pequeño, como cualquier otro hijo de vecino, devoraba los cómics con la pasión propia de la edad... y de la época, todo hay que decirlo (porque eso de leer, lamentablemente, ha caído en desuso, así les va a las generaciones de nuevos estudiantes, véase informe PISA, por ejemplo). Desde Pumby y los personajes de Disney en la más tierna infancia, pasando por Mortadelo y Filemón, Anacleto (agente secreto), el Capitán Trueno y el Jabato después, y desembocar luego en el universo Marvel (Thor, La Masa, Patrulla X, Conan, etc.). Las posibilidades para elegir eran muchas, muchísimas. Tristemente (o no), bastantes más que el dinero necesario para poder comprar todo aquello por lo que uno suspiraba. A estas alturas de la vida, complace ver que muchos de aquellos héroes de entonces han saltado, y siguen haciéndolo, a la gran pantalla. Gracias a ello, entre otras cosas, uno puede, bien que tardíamente, conocer otros mitos del papel (ahora del celuloide) y el mundo en el que se movían. Batman es uno de esos casos. No me atrajo mucho en su día, pero las películas (unas mejores que otras, ciertamente) me han permitido vislumbrar lo que me perdí entonces.

Uno de los aspectos más fascinantes de las historias del Hombre-murciélago es, sin duda, la maravillosa construcción de sus antagonistas, esa colección de villanos, cada uno con su propio savoir faire, su estilo, su método, su terrible eficacia. O no tan terrible, después de todo, porque ahí está el héroe alado para desbaratar sus más arteros planes. De todos ellos, (Joker, Pingüino, Poison Ivy, Ed Nygma...) me llama poderosamente la atención la figura de Two-face/Dos Caras, interpretado por Tommy Lee Jones en Batman Forever (1995) y más recientemente por Aaron Eckhart en El Caballero Oscuro (2007). Las dos caras de la moneda como arma, el azar como rector del destino, la dicotomía asesina, la elección diabólica... Fascinante.

Claro que hay otras personas (reales y ficticias) que muy bien podrían encajar en un perfil análogo. Una de ellas es Josep Pedrerol. Hasta el año pasado, presentador del programa "Club de Fútbol" en la 2 de TVE, junto a Hugo "Loco" Gatti, para ofrecer los resúmenes de los partidos de la jornada. Me gustaba su estilo, que combinaba el desenfadado con el análisis, con frecuencia no muy riguroso, a cargo del propio Loco o de los invitados al programa. Como presentador de un programa de ámbito nacional, se le exigía que cumpliese con el guión mínimo: exquisita neutralidad y corrección. Y el hombre, hasta ese punto, cumplió con su cometido. Pero el susodicho tiene otra cara que es, cómo no, la de colaborador del diario Sport de Barcelona, donde escribe su columna que lleva por título Punto pelota.

Como columnista, no dice las verdades de Casanovas, ni posee la fina elegancia de Carazo, o la gentil sutileza de Batlle; no sentencia con la firmeza de un Pérez de Rozas, o es tan frío como Mascaró, ¡qué va! Tampoco se apunta al tele-trabajo, como Fonalleras. Lo suyo, en el más puro sentido de la palabra, es ser pajillero, es decir, meter la pajita en el ojo ajeno, entiéndase ojo madridista. Porque el amigo Pedrerol, tan exquisito en la pantalla doméstica (lo de pequeña pantalla también va quedando atrás) nos regala joyas como su columa de hoy en su tabloide favorito, titulada (¡oh, sublime inspiración!) El Barça y la crisis del Madrid. Original, ¿verdad? En ella, escribe un hermoso cuentito que implica al presidente de Esquerra Republicana de Catalunya (otro fino estilista, él) y sus apetitos futboleros, así como su patología crónica, común a casi todos los culés: la blancofobia obsesivo-compulsiva. ¡Oh, qué mal lo están pasando! Me gusta, ¡sí, me encanta!

Así que el rostro que muestra Pedrerol depende del medio en el que se nos aparece a los mortales, como la moneda del villano de Gotham. Si sale cara, no pasa nada, si sale cruz, odio la luz. ¿Qué camino elegiré? Y yo qué sé. Según quien me paga, así pondré la cara. ¿Qué lado te gusta más, santo Tomás? Estoy quemado por una parte, y no entiendo de arte, así que ¿qué haré? Ah, ya lo sé: tiraré la moneda, y veremos en qué queda. Como presentador, seré todo un amor. En mi columna de opinión, todo un histrión.

Que siga la fiesta, ¿verdad, "Dos Caras"? Por si lo has olvidado, recuerda, Josep: el Hombre-murciélago nunca descansa. Y siempre vence.

He dicho.

sábado, 8 de noviembre de 2008

¡Qué asco!

Si me quedaba alguna pizca de respeto por el, llamémosle así, periódico "Mundo Deportivo" de Barcelona, esta mañana ha saltado en añicos, como si hubiera sufrido el impacto directo de un misil tierra-tierra, ¡Bum! De camino al mercado local, tirando de mi carrito de la compra, me he asomado al estanco de revistas que me pilla de camino. Como ya he dicho en alguna ocasión, raramente compro la prensa deportiva, pero siempre echo una ojeada rápida a las portadas. Y hoy, en el susodicho tabloide aparece esto, en primera página:

¿Que de qué va? Pues sencillo. A José María Gutiérrez, "Guti", centrocampista del Real Madrid, le da por celebrar su cumpleaños en compañía de su legítima y de algunos amigos. La cosa acaba a altas horas de la madrugada. El jugador es cazado por los reporteros de la prensa rosa y escapa apresuradamente de ellos, entre fogonazos de flashes, y profiriendo alguna que otra palabra subida de tono.

El vídeo del evento ha sido, cómo no, puesto a la entera disposición de los internautas en ambos medios de la ciudad condal, en sus respectivas ediciones digitales. Y los señores del Mundo Deportivo han hecho de esto nada menos que su portada. Nada más ni menos.

La cosa sorprende hasta dejar atónito, y por variadas razones. La primera y más evidente es: ¿qué interés hay en presentar (o, como dirían en su jerga, hacerse eco de) esta "noticia"? Evidentemente, dañar al propio jugador y al club para el que juega, el eterno y acérrimo enemigo. Queda, pues, de manifiesto que en esto todo vale, que los medios de Barcelona no son sino meras extensiones de un club de fútbol, y que no dudan en hacer el trabajo más sucio, miserable y rastrero que, quizás, el propio club de procedencia desearía pero no se atrevería a hacer. El momento es, sin duda, inmejorable: el Barça acaba de alcanzar el liderato de la liga (por sus propios méritos, indudablemente), el Real Madrid acaba de sufrir dos malos resultados: empate en Almería y derrota en casa ante la Juve de Turín en Champions, dos de sus jugadores clave (Van Nistelrooy y Robben) sufren sendas lesiones que les tendrán varias semanas apartados de los terrenos de juego, justo cuando llegan momentos cruciales de la temporada y Schuster comienza a ser cuestionado dentro y fuera del club. Más a güevo, imposible. Momento oportuno para echar mano del camión de estiércol.

La segunda razón es que estos mismos medios que ahora airean, entre timbales y cornetas, una salida nocturna de un jugador del Madrid son exactamente los mismos que, tiempo atrás, apoyaron y taparon, con su zorruno silencio cómplice, el desenfreno nocturno de unos tales Ronaldinho y Deco. Desenfreno que, por supuesto, no dudaron en sacar a la luz pública, como las sábanas del niño que sufre de micciones nocturnas, cuando el rendimiento de los jugadores había caído por los suelos, arrastrando con ello al resto del equipo, y los afectados dejaron de ser los niños bonitos blaugranas para convertirse en foco de todos los ataques y causas de todas las desgracias del pobrecito Barça.

Vergonzoso. Y a la vez desvergonzado. O canalla. Que también.

Cuánta miseria, cuánta basura, Dios de mi vida. Qué asco me dan, ¡rediós!

¡Qué asco!

He dicho.