Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

viernes, 27 de febrero de 2009

De chorreos y boludeces

Sigo erre que erre cargando las tintas a propósito de las insensatas e irreflexivas palabras del presidente Vicente Boluda. Pero sólo para agregar un par de cosas a lo que ya comenté ayer. Y muy brevemente.

Primero, y por si acaso: la asociación Boluda-boludo no es ocurrencia mía, ciertamente, sino de Alfredo Relaño, director del AS, quien hizo el juego de palabras en su columna de opinión, con anterioridad al choque de Champions frente al Liverpool. Mucho me temo, ciertamente, que su ingenio podrá traerle dolores de cabeza al por ahora máximo mandatario madridista. Anoche, en el habitual debate de los jueves dos (Pérez de Rozas-González) a dos (Lama-Guasch) en El Larguero, el ínclito Emilio Pérez de Rozas recurrió al juego de palabras de Relaño para apoyar la postura que, a la sazón, defendía: que las palabras de Boluda eran motivo de vergüenza para la parroquia madridista. La audiencia, por medio de llamadas al teléfono gratuito de la SER fue rotunda en su veredicto: más del 80% censuraba la salida de tono.

Segundo y último. Entre las razones, sobradas, para darle una colleja (es una metáfora) al presidente del club blanco, hay una que obvié decir ayer, pero que no es poca cosa. Y como las imágenes valen más que mil palabras, véase el resultado:

Portada MD 26feb09

Viñeta KAP-MD 27feb09

Así pues, y gracias a su desatino, el presidente ha dado motivos a los accipítridos carroñeros de siempre para, tras el resultado del encuentro, hacer lo que mejor saben hacer: echar basura sobre el club y el equipo y por supuesto, sobre él mismo. Léanse, si no, las columnas de Josep Dos Caras Pedrerol, del Ojo sin Párpado Alejandro Alcázar, del ferviente raulista Jaume Miserachs, o del inefable Josep María Artells, para quien lo dicho por el mandatario blanco es "impagable" (gracias por el favor que nos has hecho, o sea).

Repito una vez más las palabras de Gandalf el Gris a su acompañante hobbit, en el momento de entrar en el salón del trono de Gondor y presentarse ante el Senescal Denethor: digo mejor, Peregrin Tuk, mantén tu boca cerrada. Y de ser posible, añado yo, que sea así hasta el final de la temporada.

He dicho.

jueves, 26 de febrero de 2009

¿Otra ocasión perdida?

Pues... casi, o así pinta a día de hoy: el primer envite de la eliminatoria de Champions se ha saldado con derrota. Poco que añadir, salvo que habrá que ir a por la machada en Anfield, y desde luego que no va a ser fácil. Este equipo parece hoy más moribundo que ayer (en la propia Champions, claro está). Y lo grave es que, leyendo las crónicas del partido o viendo los resúmenes televisivos, parece claro que el Real Madrid renunció a querer comerse al rival, para plantear un partido más táctico, de esos que a Rafa Benítez tanto le gustan (no tengo el Plus). Hasta el punto de que, con un punto de suerte (que, por otra parte, pertenece siempre a aquél que la busca) este entrenador, madrileño y español, le birló una Champions al mismísimo Milán, paradigma hoy del fútbol italiano, siempre tan especulativo y resultadista y (eso sí que fastidia), casi siempre ganador. Casi siempre.

Pero a lo que iba. Ahora queda la machada. No es imposible, pero es muy improbable, como a casi cualquiera se le puede antojar. El peor error de los Red devils sería dar al Madrid por muerto. Como ya he dicho en otras ocasiones, su mejor oportunidad pasa por ello. Y, fíjate por dónde, ahora que el equipo había recobrado fuelle hasta ser a priori favorito para ganar el partido del Bernabéu, va y pierde. Blanco y en botella... De todos modos, es preocupante que el Real Madrid no haya sido capaz de ganar un solo partido a un equipo grande y en condiciones (Juve y Liverpool, o sea). Eso dice algo. Y quien tenga oídos, que oiga.

La única razón que tengo para alegrarme por lo sucedido es poder, como tantos otros (incluido Tomás Roncero, quién iba a decirlo) poder sugerirle al presidente interino del Real Madrid, Vicente Boluda, que guarde las formas, el debido respeto y la obligatoria humildad antes de un choque de estas características (lo del 3-0, el chorreo, y esas cosas). Dicho en lunfardo: ché, no digás boludeces, oshe, no me seás pelotudo. Parece que este buen señor aún no conoce la diferencia entre un forofo y un presidente de un club como el Real Madrid. Que otros lo sean o lo hayan sido, en el Madrid y fuera de él, ni justifica su monumental salida de tono ni le exime de la culpa correspondiente. En privado, o en petit comité, que diga lo que quiera y como quiera, siempre que no haya periodistas cerca. O digo mejor, Peregrin Tuk, mantén la boca cerrada, Gandalf dixit. En público, que se comporte como debe y no nos avergüence a los madridistas. Dicho queda.

El camino del Real Madrid, dicho sea de paso, no es muy diferente del que deben recorrer el Atlético en Oporto o el Villareal en Atenas. Todos deben marcar. Sólo que el Madrid debe hacerlo para no caer eliminado, en tanto que sendos goles colchoneros o amarillos les darían el pase a la ronda de cuartos, siempre que no reciban nada a cambio, claro está. Con todo, se me viene a la cabeza la reflexión de que la liga española está (y sigue en ello) perdiendo muchos enteros. Todo lo que de bueno tiene la selección nacional (Sr. Laporta: na-cio-nal, insisto), lo tienen de malo los clubes, que parece que han dejado de ser los cocos de Europa. Sí, todos se clasificaron en su momento para la ronda de octavos, pero ahora mismo tres están eliminados (de mantenerse los marcadores de la jornada pasada), en tanto que el cuarto cuenta con la más exigua de las rentas. No hubo ni una sola victoria de equipos españoles, y eso que tres de ellos jugaban en su propio estadio. Algo huele a podrido, y esta vez no es en Dinamarca, sino en nuestra piel de toro.

(P.D.: Un par de horas después de terminar este post, el Deportivo de La Coruña y el Valencia han caído en la UEFA, de modo que ya no quedan representantes españoles en esta competición. No sucedía algo semejante en dieciseisavos de final desde 1991. Ahí es nada. Insisto: algo huele a podrido...)

En quince días, la solución.

He dicho.

jueves, 19 de febrero de 2009

El "miserable" homenaje a Raúl

Sí señor, Raúl merece el homenaje de todo el fútbol español. Merece que se paren los partidos cada vez que amplíe su ventaja sobre los 307 goles de Di Stéfano, se juegue donde se juegue. Merece que le den el Príncipe de Asturias y si me apuran, hasta algún Premio Nobel; sólo habría que ver de qué especialidad. Algún doctorado 'honoris causa' tampoco estaría de más. Y por supuesto, el premio de un homenaje brindado por la selección española en pleno, rendida a sus pies. Todo esto y más se merece el hombre cuya salida del combinado nacional permitió la eclosión definitiva de los Xavi, Iniesta, Cesc y compañía. El hombre que lideró, es un decir, durante más de una década a la 'roja' sin llevarse un mal triunfo a la boca. El hombre sin el cual España ganó la Eurocopa, se aupó al número 1 del ránking FIFA y se convirtió en la admiración de todo el fútbol mundial. Sí señor, Raúl se merece un homenaje por todo esto. ¡Ay, si Luis Aragonés hablara...!

Estas son las palabras que, tal día como hoy, ha escrito (es un decir) el señor Jaume Miserachs (apellido ciertamente poco afortunado) en el Mundo Deportivo. Comenta, tal y como puede leerse, los posibles rumores recientes a propósito de un supuesto partido de homenaje de la selección española de fútbol en honor a Raúl González. Según ha desvelado el AS esta misma semana, dicho partido amistoso se disputaría contra la Argentina de Messi, Agüero y Gago. No obstante, el propio 7 merengue, por boca de su representante Ginés Carvajal, ya habría rechazado esa posibilidad la cual habría sido idea de Fernando Hierro, en su calidad de Director Deportivo de la RFEF.

El día que Raúl decida retirarse del fútbol como jugador, merecerá con todos los honores un gran homenaje por parte de su club, del equipo con el que, salvo la Copa del Rey, lo ha ganado hasta la fecha todo. Absolutamente todo. Como bien recuerda Miserachs, es ahora mismo el máximo goleador en la historia del equipo blanco, como también lo es, dicho sea de paso, de la Liga de Campeones de la UEFA y de la propia selección española de fútbol. Además de sus números, incontestables por cierto, Raúl ha sido un ejemplo de deportividad dentro de los terrenos de juego ya que, de momento, comparte con otro mito del madridismo (Emilio Butragueño) la condición de no haber sido nunca expulsado de un campo de fútbol. Jamás se ha enzarzado en una pelea (física o verbal) con contrarios o árbitros, algo que algunos ex-jugadores culés (el abnegado Hristo Stoichkov, por ejemplo) no pueden alegar en su favor. Y en cuanto a sus goles, los ha marcado de todos los colores, olores y sabores, para deleite del madridismo y admiración de todos los buenos amantes del fútbol. Su compromiso y dedicación a su club han sido, y son, totales. Así que, en pocas palabras, se lo merece. Sin discusión.

El supuesto homenaje por parte de la selección española, sin embargo, no parece tan oportuno. Y ello es así, a mi humilde entender, por dos razones. La primera, porque Raúl sigue en activo y, por tanto, sigue siendo, en teoría, candidato a ser convocado para la selección, tanto más cuanto que no ha manifestado en ningún momento deseo expreso de no volver a serlo, sin importar lo improbable que ello pueda ser. La segunda razón es obvia y, de algún modo, tiene que ver con la columna de Miserachs. Puesto que, en efecto, Raúl nunca ha logrado nada a nivel de selección (hablamos en este caso de campeonatos), el presunto homenaje constituiría, indudablemente, un agravio comparativo hacia otros jugadores de la Roja (por ejemplo, Pep Guardiola) que tampoco han logrado nada con el equipo nacional (¿Me oyes, Laporteta? ¡Na-cio-nal!). En este caso, creo, bastaría con un sencillo y discreto homenaje, una vez retirado el jugador, en calidad de máximo goleador, en la sede de la RFEF y junto con, por ejemplo, Andoni Zubizarreta u otros jugadores que, con números en la mano, ostentasen registros o participaciones muy singulares en la historia más o menos reciente de la selección. Hasta ahí, nada que objetar.

Ahora bien:

Una cosa es admitir esto, y otra bien distinta consentir (y no digamos aplaudir) el sarcasmo barriobajero con el que se ataca miserablemente a Raúl desde el MD, por la torpe manaza del columnista en cuestión. Ello es tanto más sangrante cuanto que:

1.- El propio Raúl jamás ha pedido ni insinuado que se le otorgue reconocimiento alguno, ni siquiera por parte del Real Madrid.

2.- Raúl ni es ni puede ser responsable de que jugadores como Xavi, Iniesta y Cesc (que no juegan en su demarcación) hayan visto frenada su progresión o, peor dicho, su eclosión (otro verbo desafortunado). Iniesta y Cesc Fábregas, apenas han coincidido con Raúl en convocatorias oficiales de la selección. Y en cuanto a Xavi, acaba de cumplir 29 años. ¿Un poco tarde para eclosionar, quizás? Por supuesto, en ello no ha tenido nada que ver la mano de Luis Aragonés, a quien se recurre única (y miserablemente) al final de la columna para justificar los despropósitos precedentes.

3.- Convendría recordar también, ya que hablamos de "eclosiones", que el juego de la selección española durante la fase de clasificación de la Euro'08 no fue ni mucho menos brillante, y que el propio Luis Aragonés recibió palos desde todas partes por ello, también desde Barcelona. En vísperas de la fase final, los más benévolos eran (éramos) escépticos acerca del juego del equipo, y eso mismo, unido al rendimiento de Raúl en su equipo, alimentó el nefasto debate sobre si Raúl selección sí o no. Dicho de otro modo: no es cierto, como parece sugerir el columnista, que la marcha de Raúl supusiera de modo inmediato la mejoría del equipo sino que, antes bien, hubo que hacer una larga y dura travesía por el desierto antes del despegue futbolístico del combinado nacional. Miserachs se olvida muy convenientemente de ello.

4.- Curiosa, y miserablemente también, se mencionan de forma explícita los nombres de tres jugadores que, casualidades de la vida, tienen en común ser centrocampistas y estar o haber estado vinculados al FC Barcelona. El resto (Villa, Torres, Senna, Silva, Xabi Alonso, Cazorla, Marchena, Capdevila, Ramos, ...) son un simple apéndice: y compañía, Miserachs dixit. Y por supuesto, el que estos pandilleros no hayan eclosionado definitivamente también será, cómo no, responsabilidad exclusiva de Raúl.

5.- Si Raúl, como sugiere el ínclito columnista, es responsable de que España no haya ganado nada, será justo meter en el mismo saco a los seleccionadores con los que el jugador ha coincidido en el equipo nacional (Clemente, Camacho, Sáez y el mismo Aragonés durante el Mundial de Alemania), así como a una buena pléyade de jugadores, muchos de ellos azulgranas. (entre ellos, insisto, el hoy aclamado Pep Guardiola, tan responsable de que España no haya ganado nada como el propio Raúl, o como Bakero, Abelardo, Ferrer, Julio Salinas, Goicoechea, Luis Enrique, y otros). No es concebible, ni justo, que la responsabilidad de los fracasos se atribuya sólo a uno. Y si hablamos de posibles responsabilidades directas, como el penalty errado por el 7 madridista frente a Francia en la Euro 2000 (que nos habría dado sólo la opción de prórroga, no de victoria), también sería ecuánime recordar el que marró Joaquín frente a Corea del Sur dos años más tarde en cuartos, para así poder echarle al del Puerto de Santamaría toda la culpa de nuestra eliminación. Digo yo.

Por tanto, la tendenciosa y disparatada columna de Jaume Miserachs se resume en dos ideas básicas: (i) intentar personificar en Raúl los fracasos de la selección española, empleando el éxito de la Euro como justificación (ventajismo rastrero, o sea), y (ii) atribuir los éxitos de la Roja en esencia a cuanto tenga que ver con el Barça, obviando alevosamente que, si el equipo nacional es hoy admirado, ello se debe a su conjunto, al equipo, y no sólo a tres de sus jugadores, por muy culés o cuasi-culés que sean. Una columna así es absolutamente digna de su autor, como su autor, sin duda, es plenamentente digno de ella.

¿Y tú te llamas a ti mismo periodista, Jaume? ¡Ay, si el papel hablara...!

(¿El Príncipe de Asturias? Hum... No se ría, no se ría...).

He dicho.


martes, 17 de febrero de 2009

Razones para no creer en la remontada

Supongo que si alguien lee esta entrada y comprueba que, como es el caso, su autor se dice a sí mismo madridista, pensará inmediatamente que algo así sólo puede escribirlo un mal aficionado, alguien que no tiene fe en su equipo, en sus colores, y bla, bla, bla... Desde luego, vaya por delante que pocas cosas en este mundo me gustarían más que equivocarme, pero mucho me temo, y bien a mi pesar, que no va a ser así.

Hablo, naturalmente, de lo que la prensa deportiva y no deportiva comenta estos días a raíz de los resultados de la última jornada futbolera, con el empate del Barcelona el sábado ante el Real Betis y la abultada victoria que, al día siguiente, consiguió el Real Madrid a costa del Sporting de Gijón. La consecuencia es que los doce puntos de ventaja del líder sobre el segundo se han reducido a diez, y al hilo de ello, se han desatado toda clase de comentarios especulativos a propósito de una hipotética remontada del Real Madrid, más meritoria aún (por lo complicada) que la ocurrida hace dos ligas, de la mano de Capello, Van Nistelrooy, Beckham y las apariciones milagrosas de Reyes y un tal Gonzalo Higuaín, entre otros.

En el AS, Alfredo Relaño expone hoy sus argumentos en este sentido, que se reducen básicamente a una cuestión de fe. Toda la realidad objetiva está en contra de la remontada (además de la distancia, tendríamos el exiguo ritmo de recorte de puntos, el momento de juego de los blaugrana, especialmente de Messi, Xavi, Iniesta y Eto'o, la sabia dirección de Guardiola, etc.), e incluso la realidad no objetiva (léase Villarato, una supuesta realidad que yo no suscribo), pero tratándose del Real Madrid, cualquier cosa es posible. Para bien o para mal. Y sólo puedo estar de acuerdo con lo último: en efecto, los blancos han hecho de la fe y el orgullo sus banderas a lo largo de las últimas décadas, desde que quien escribe lleva viendo fútbol. Supongo que por eso mismo soy madridista. Ese pundonor sobrehumano, esa capacidad única e irrepetible de sobreponerse ante cualquier adversidad y contra los más agoreros pronósticos, ha sido muchas veces sustitutivo del buen fútbol, ha helado el tuétano de no pocos rivales que finalmente acabaron barridos y desmoralizados, y ha hecho posibles remontadas históricas en eliminatorias coperas y europeas. Nadie como el Real Madrid ha hecho realidad la frase de Valdano el fútbol es un estado de ánimo. Por eso mismo, por su inquebrantable fe, el conjunto merengue es ahora el único equipo que, aun remotamente, y a pesar de la mediocre temporada que ha venido realizando, puede soñar con disputarle el título liguero al líder. Otros ya habrían tirado la toalla... o quizá lo han hecho ya. Algo así está fuera de dudas, y nadie, ni siquiera los más torpes y acérrimos talibanes del Principado, tiene argumentos para negarlo, pues es una realidad perfectamente verificable. Hasta aquí estoy de acuerdo con Relaño. Pero sólo hasta aquí.

Porque, ay, la cuestión es que el Real Madrid no depende de sí mismo. Si así fuera, tal y como habitualmente sucede en los torneos que se resuelven por eliminatorias, las cosas serían muy distintas. Pero no. Y lo más grave no es el estado de forma del Barça, algo en lo que todos coinciden y en lo que no es necesario insistir, sino la pésima situación de los que siguen al dúo de cabeza. El razonamiento es simple: para que el Real Madrid siga teniendo opciones de recortar la ventaja del Barcelona, éste debe empatar o perder con alguien. Sólo que... ¿con quién? ¿Quién ha demostrado hasta la fecha argumentos de peso para poder aguar la fiesta a los culés? Otros equipos que, en temporadas recientes, han sido gallitos y han ganado méritos a base de buen fútbol están esta vez ausentes, en trance, y con un ritmo mucho más cansino. El Sevilla depende en demasía de los goles de Kanouté y Luis Fabiano (este último ha sufrido lesiones musculares de diversa gravedad esta temporada) para poder seguir adelante, y su juego dista del que tiempo atrás enamorase a su parroquia hasta el paroxismo. El Villareal ha sufrido un bache muy importante de juego a lo largo de este invierno, del que parece comenzar a salir ahora. El Valencia, con una plantilla cada vez más envejecida (Baraja, Albelda, Morientes, Curro Torres, César, Angulo...) está entre adormilado y catatónico, con la espada de Damocles de la suspensión de pagos sobrevolando a su plantilla entera. Y no me repetiré a propósito del Atlético de Madrid. Y si éstos, que son en teoría los más cualificados, no parecen lo bastante fuertes como para toserle al Barcelona ¿hay algún equipo aparentemente capaz de batir a los blaugrana, del Atlético para abajo? Claro: siempre cabe la campanada por parte del Málaga, equipo revelación de esta temporada, de un Athletic de Bilbao venido a más en los últimos meses, o de un Almería u Osasuna siempre peleones, pero abramos los ojos: no parece nada probable. Al menos, hoy.

La otra posibilidad es que en el propio Barcelona haya algo que se tuerza. Cabría pensar en sendas lesiones de Eto'o y/o Messi (máximo goleador hasta ahora de la liga y jugador más desequilibrante del mundo), pero Guardiola sabe bien lo que hace, pues dosifica con sumo cuidado al argentino para evitarle las roturas fibrilares y las sobrecargas que le hicieron perderse momentos clave de la temporada pasada (como el partido en el Camp Nou ante el Real Madrid como choque más trascendente). El handicap en este sentido puede venir de lo que suceda en la Champions cuando el ritmo de partidos semanales aumente, y con él las posibilidades de bajas por lesión. Pero sigue siendo una posibilidad remota, pues hay otro factor que está jugando muy a favor de Guardiola y los suyos: el excelente rendimiento de los canteranos (Sergio - que no Sergi- Busquets y Gerard Piqué, sobre todo) y la profundidad de la plantilla, que minimizan el posible efecto negativo de las lesiones y/o sanciones. Además, las lesiones también pueden jugar en contra de los madridistas, y éstos no cuentan con las mismas posibilidades de suplir ciertas ausencias clave. Finalmente, está el factor anímico: que los barcelonistas se crean que ya tienen todo hecho hasta el punto de relajarse demasiado. Algo de lo que son muy conscientes en el cuadro técnico, y contra lo que también intentan luchar con plena dedicación.

En resumen, aun concediendo el debido margen para la sorpresa (que, ciertamente, sería mayúscula y descomunal), reiterando que nada me gustaría más que equivocarme (para poder reírme a mandíbula batiente de los zurrupios del Principado que llenan de tonterías, preñadas de prepotencia, las páginas de sus diarios deportivos un día sí y otro también) y admitiendo que la remontada es posible mientras las matemáticas no dicten lo contrario, asumo que es muy poco probable que suceda, por las razones antedichas. Y si el Real Madrid no tiene más opciones en la liga que las que el Barcelona le conceda (como bien ha apuntado Iker Casillas en rueda de prensa), sólo cabe pensar en serio en la Champions. Esta será la verdadera piedra de toque para Juande Ramos y sus jugadores. En tres semanitas, la solución.

He dicho.

jueves, 12 de febrero de 2009

Tú eres Mijatovic, y sobre ti, Pedrag...

... edificaré mi iglesia, perdón, mi equipo. Así más o menos debió de ser lo que le dijo Calderón a su reciente y flamante candidato a Director Técnico del Real Madrid cuando decidió embarcarse en su particular aventura y en aguas no poco procelosas precisamente.

Aquí estamos de nuevo, y una vez más a petición popular. Se me pide que opine sobre la figura de Pedja Mijatovic, ex-jugador y en estos momentos Director Técnico del Real Madrid, puesto al que llegó de la mano del ya dimitido Ramón Calderón, pues formó parte de su candidatura desde el primer momento. De Mijatovic, en esta nueva etapa suya en el equipo, se ha dicho de todo, se le ha acusado de todo, y sobre él se ha hecho caer de todo. No conozco los entresijos del mundo futbolero (especialmente de su parte más oscura, la que se mueve en los despachos), como para poder decir sí o no a cuanto sale diariamente en la prensa. Así que lo que escriba sobre esta persona se basará, necesariamente, en lo que todos conocemos.

Mijatovic ha tenido errores y aciertos en su gestión deportiva al frente de la Casa Blanca. Empezando por los últimos, a nadie se le oculta que fichajes como Pepe, Robben, Higuaín, Van "the man" Nistelrooy, Gago, Sneijder, y otros han sido buenos para el equipo y, por lo tanto, habrá que atribuir este éxito a la Dirección Técnica, y apuntarlo entre sus haberes. En el verano de 2007 el fichaje de Pepe levantó no pocas suspicacias por lo abultado de la cuantía (nada menos que 5.000 millones de las antiguas pesetitas), pero hoy nadie se acuerda de ello, ni siquiera en el Principado, que ya es decir. Y esto debe ser tomado como muestra evidente de que estuvo bien hecho o, por lo menos, de que no estuvo mal hecho. Que parece lo mismo, pero no lo es exactamente. La mayoría de este conjunto de jugadores constituye lo que hoy se conoce como clase media. Es decir, se trata de buenos jugadores, currantes y comprometidos con el equipo, pendientes del fútbol y no de los spots publicitarios, pero que no forman parte de ese selectísimo grupo de hombres que marcan la diferencia, que permiten casi por sí solos ganar un partido, que asustan sólo con su nombre (a veces más de lo que de verdad demuestran sobre el campo), y capaces de inventarse una jugada diabólica que resuelve un trance complicado en un pis pas. Los cracks, como se suele decir. Hoy por hoy, CR7 y Leo Messi son los dos ejemplos más evidentes de esta case de megaestrellas.

La realidad demuestra que las plantillas altamente competitivas se basan en dos pilares fundamentales: una buena clase media que debe formar la columna vertebral, aportar solidez, consistencia, sentido colectivo del juego y compromiso común, y un par muy selecto de jugadores (las más de las veces delanteros o centrocampistas de clara vocación ofensiva) clasificables como megaestrellas. Los equipos que se construyen sólo a base de clase media y cantera pueden, desde luego, lograr éxitos importantes o muy importantes (ahí está el Sevilla reciente como ejemplo más inmediato), pero no los éxitos con mayúsculas: campeonatos de Liga y, por supuesto, ese pesado y brillante objeto de deseo que el Real Madrid atesora más veces que nadie: la Copa de Europa. Los equipos construidos a base de (o subordinados a) cracks están llamados al fracaso, a menos que se cuente con un entrenador y una Dirección Técnica capaces de conciliar tantos egos superlativos juntos y de no permitir que se pierda la noción colectiva, manteniendo la disciplina del vestuario, cosa harto difícil. Pregúntenle si no a Florentino Pérez, a ver qué opina sobre esto. O pregunten también a Laporta, en tiempos de Ronaldinho y compañía, cuando ese polvorín andante que se llama Samuel Eto'o rajó las suyas y las de un bombero en Vilafranca, y terminó de hacer añicos al entonces campeón de liga y Champions.

Y aquí precisamente es donde habría que buscar el debe de Mijatovic como Director Técnico merengue. No ha sido capaz de atraer al equipo, al menos en lo que lleva en el cargo, a ningún crack. Y esto se está notando. Una vez libre el equipo de las glorias galácticas, algunas de las cuales acabaron por ser auténticas rémoras (Ronaldo, osea), y ante el progresivo e inexorable declive futbolístico de Raúl (ley de vida), no ha habido recambio para los jugadores grandes de verdad, para los cracks, como lo fue el propio Mijatovic en su día. Robben no llega a esa categoría, y sólo Ruud Van Nistelrooy puede ser acreedor a ese rango, pero al igual que Raúl, estará disputando (si es que no lo ha hecho ya), sus últimos minutos como jugador de élite. Sólo queda como indudable megaestrella Iker Casillas, pero claro: por muy bueno que sea, que lo es, obviamente no mete goles. Y aún más preocupante es que el Real Madrid parece haber perdido atractivo como club de destino de grandes estrellas futboleras (salvo, parece ser, para CR7), en perjuicio de otros clubs, especialmente ingleses, quienes disponen ahora mismo de petrodólares en abundancia (ya sean ruskis o árabes) y también del eterno rival de la Ciutat Comtal. Peor aún, osea. Por eso mismo, y tras la dimisión de Calderón, el común de los aficionados madridistas echa de menos a Florentino Pérez, quien suena insistentemente en los mentideros como más que posible candidato a retomar las riendas del club de Concha Espina.

La otra parte de los errores de Mijatovic está en sus elecciones desafortunadas. Bernd Schuster hizo al equipo campeón, sí, pero también cometió varios pecados mortales, uno de los cuales fue el de echar el candado a la cantera y olvidarse de la llave., lo que ha motivado la salida de muchos y buenos jugadores de Valdebebas con otros destinos. Y para más INRI, la mayoría de ellos delanteros: Negredo, Mata, Barral, Callejón, y bastantes más. El problema empieza a tener tintes dramáticos, pues en la última convocatoria de la sub-19 no ha aparecido ni un solo jugador procedente del Real Madrid, mientras que el FC Barcelona aporta casi un cuarto del equipo. Y en cuanto a fichajes, Rafael Van der Waart sigue sin encajar, lo mismo que Drenthe. Huntelaar venía como delantero salvador, pero no juega mucho y está descontento. Parejo ha vuelto al equipo, pero no se sabe muy bien para qué. Faubert es de momento una incógnita absoluta (su estreno ha sido, además, bastante mediocre). Sólo Lass parece aportar algo valioso y útil. Y encima, a nivel de despachos, ha habido conflictos internos con Miguel Angel Portugal o Míchel González, en los que la figura de Mijatovic ha planeado muy de cerca, o eso se ha dicho en la prensa escrita y radiada.

En algún lugar leí que el propio montenegrino declaró que se marcharía del club si este año no se conseguía la Champions. Ya veremos si lo cumple. Esta vez no estará él en el campo, para quebrar a Peruzzi primero y sortear a Pessotto después. Otros deberán hacer algo semejante. precisamente los que él mismo ha elegido. ¿Podrán? En poco tiempo, la respuesta. El Liverpool de Benítez aguarda.

He dicho.

lunes, 9 de febrero de 2009

Guerra de medios en Madrid

Desde hace meses, parece que el deporte favorito (nunca mejor dicho) de AS y MARCA es pelearse por todo, ningunearse mutuamente y confundir a la masa de lectores, que no sabe a ciencia cierta con quién quedarse. Quizá la mejor opción sea, como siempre, la expresada por el más anciano de los Ents, Bárbol, en El Señor de los Anillos: No estoy del todo de parte de nadie, porque nadie está del todo de mi parte. Porque visto el percal...

Esta guerra puede entenderse mejor a raíz de dos circunstancias. La primera, la pertenecia del diario AS al grupo PRISA, tradicionalmente afín a la izquierda política española, especialmente al PSOE. La segunda, el desembarco de Unedisa en el Grupo Recoletos (propietario del Diario MARCA), de cuya fusión nació el grupo Unidad Editorial en 2007. Conviene recordar que uno de los abanderados de este grupo editorial es el periódico El Mundo, afín a la derecha política española y, por ende, extremadamente crítico hacia la izquierda. Justo al revés que el grupo del que el AS forma parte. La guerra parece, pues, servida. Y lo inquietante de esta guerra es que, una vez declarada, lo que menos cuenta es el interés de aquél sobre quien se informa, pues queda automáticamente subordinado al pedazo de tarta que un grupo u otro persiguen conseguir, con idéntico afán, y al precio que sea. Los perjudicados son, indudablemente, los dos equipos madrileños. Quizá en mayor medida el Real Madrid, pues las noticias relacionadas con el club de Concha Espina tienen mayor repercusión que las que afectan a los vecinos del Manzanares, sobre todo si son negativas.

Valgan dos ejemplos para ilustrarlo. El primero ocurre durante el cese de Javier Aguirre como entrenador del Atlético de Madrid tras su derrota liguera frente al Valladolid (1 de febrero de 2009, pues). En su programa El Larguero, José Ramón de la Morena entrevista al nuevo técnico colchonero, Abel Resino (feliz estreno el suyo, por cierto), destapando que la decisión de su contratación, así como el cese del técnico mejicano la habría tomado Miguel Angel Gil, Consejero Delegado y dueño de facto del club colchonero desde Dubai, sin contar para ello con el criterio de Enrique Cerezo, presidente del club. Todo ello, según el locutor de la SER, habría provocado el enfado mayúsculo del teórico mandatario rojiblanco, máxime al saber por conversación telefónica que el propio Aguirre estaba al tanto de las conversaciones con Abel. ¿La razón? No haber sido consultado. Sin embargo, y a medianoche de ese mismo día, los ánimos contrariados de Cerezo habrían sido aplacados y habría acabado, de mejor o peor talante, dando su visto bueno a la operación. Pero lo cierto es que, según la cadena COPE, la decisión la habría tomado, en caliente, el propio Cerezo, convenciendo de la necesidad del relevo a un remiso Gil Marín (¿ein?). Los micrófonos de la COPE registrarían el monumental gazapo de Cerezo, al afirmar que la derrota frente a los pucelanos habría sido el vaso que colmaba la gota de agua.

Me pregunto: ¿Y qué? ¿Qué más da que Cerezo se enfade o no? ¿Qué influencia tiene o puede tener? ¿Qué más da que la negociación la llevara él o Gil Marín, si de lo que se trataba, en definitiva, era de enderezar el torcido rumbo de la escuadra rojiblanca? Al final, lo que importa de verdad es lo de siempre: que la pelotita entre o no. El propósito de La Morena es claro, pues lo ha expresado de viva voz: los males atléticos son culpa de la familia Gil, y ha aprovechado este incidente para argumentar en este sentido. Pero eso no le hace ningún bien al club (presuntamente) de sus amores, todo lo contrario.

Hoy mismo, segunda versión de la guerra de medios, esta vez más nítida y con el Real Madrid de por medio. La portada (tanto en papel como en la versión digital) del diario AS es ésta:en la que el delantero holandés, recientemente fichado del Ajax en el mercado de invierno, lo dice bien claro: está harto de su suplencia y desea marcharse del equipo tras haber transcurrido poco más de un mes desde su incorporación al equipo blanco. Naturalmente, los diarios de la capital del Principado han tardado menos que lo que le lleva a un crío mascar un caramelo en hacerse eco de la noticia, añadiéndole, claro está, su particular y exquisito aderezo. Hacia el mediodía, sin embargo, la edición en la red del diario MARCA (hasta entonces en completo silencio sobre el tema) sacó esta imagen:
Esta última afirmación se basaría en las declaraciones del agente del jugador, quien habría precisado que, en efecto, Klaas-Jan Huntelaar no es ahora mismo feliz en el equipo, debido a su suplencia y a haber quedado fuera de las convocatorias para la Champions. Pero que eso es una cosa, y otra es querer marcharse ya, tal y como el AS indica a toda página. Los de la COPE, más cuidadosos, señalan en su web en este mismo instante que el jugador se quiere ir, pero que su agente lo niega: la táctica del que no sabe bien a qué carta quedarse (por ahora) y que prefiere, más sabiamente, no pillarse los dedos.

¿Qué beneficio persigue el AS con una noticia así? Si tiene alguno, éste sólo puede ser vender. ¿Qué beneficio persigue Huntelaar? Si es verdad que ha dicho lo que ha dicho, sólo puede ser uno: contar con más minutos y/o ser titular, como lo ha sido Lass Diarrà desde su llegada. ¿Es cierto lo que se dice? ¿Hasta qué punto son literales estas palabras, puestas en boca del jugador? Hasta ahora, la web del Real Madrid no dice nada sobre el particular, y es lógico: este asunto sólo le perjudica. Pero el interés que Relaño y los suyos puedan tener en publicar una noticia semejante como una bomba informativa es tan oscuro que no puedo ni imaginármelo. Y en el Principado, como siempre comprensivos y solidarios, la saliva les gotea por los colmillos ante la perspectiva de sangre. Ellos, que cuando se trata de tapar asuntos comprometedores en Can Barça, son ejemplares e intachables. Eso sí: no dudan en sacarlos a la luz todos juntitos cuando creen que ha llegado el momento. No sé qué es peor. Ni quién.

Ya veremos en qué queda todo esto. Pero no me gusta. No me gusta nada.

He dicho.

martes, 3 de febrero de 2009

Crematorio de ilusiones

Por una vez, y quizá sirviendo de precedente, no voy a dedicar tiempo a los tabloides de Barcelona. Ya va siendo hora de ampliar un poco las miras. El tema del post de hoy viene marcado por el aún candente cese de Javier Aguirre como técnico del Atlético de Madrid, después de un inicio de año con muchas más decepciones que alegrías para la parroquia rojiblanca. No es mi propósito ensañarme con los atléticos, pues no suelo guardar hacia ellos profundas animadversiones. Me gustaría que la cosa también funcionase al revés, pero algo semejante sería como pedirle a un cocotero que dé almendras, a un olivo que rinda dátiles o, como todos estamos más acostumbrados a oír, solicitar peras de un olmo. Tan sólo expresar aquí algunos hechos, y alguna que otra pequeña reflexión que, no por conocida, deja de ser menos intrigante.

Los hechos no son difíciles de describir. Pocas veces en la historia reciente del fútbol se ha visto un caso como el del club de la ribera del Manzanares, con un equipo de fútbol capaz de defraudar tantas y tan sonadas veces, una temporada tras otra, las expectativas de su afición. Hay, desde luego, quien supera sus registros negativos. El Inter de Milán, por ejemplo, cosechó en Italia y fuera de ella aún muchos y más importantes fracasos durante décadas (ahora vuelve a ser alguien, eso sí: aprovechando el hueco dejado por los escándalos de la Juve y el envejecimiento de la plantilla del A.C. Milan), con una diferencia: normalmente los neroazzurri no faltaban a la pomada europea, mientras que el Atlético se ha visto abocado incluso al pozo de la segunda división. Pero vamos a lo que vamos.

No hace falta recorrer toda la historia del club colchonero, tan sólo basta con centrarse en lo que han dado de sí las últimas dos décadas, coincidiendo con la llegada de las televisiones privadas al escenario futbolístico y la brutal inyección monetaria que supuso para los clubes de fútbol. Las grandes estrellas balompédicas dejaron, pues, de ser patrimonio exclusivo de los dos de siempre, y la crecida capacidad adquisitiva de los equipos de la primera división convirtió paulatinamente a la competición liguera patria en la más importante del mundo, superando a las ligas inglesa e italiana. Eso también supuso, lógicamente, la presencia de más comensales serios al pastel liguero. Primero el Deportivo de la Coruña, de la mano de los Lendoiro, Bebeto, Mauro Silva, Donato, Fran, y el Bruxo Iglesias en el banquillo. Luego, el Valencia de Mendieta, Piojo López, Cañizares, Pellegrino, Aimar y otros, llevado al éxito sucesivamente por Cúper, Ranieri (que luego ocuparía el banquillo rojiblanco) y Rafa Benítez. Y, más recientemente, el papel de tercero en discordia ha sido brillantísimamente desempeñado por el Sevilla que parieron entre el ínclito Del Nido, el eficacísimo Monchi y el diligente Juande Ramos, y cuyas figuras siguen, en su mayoría, aún en el primer equipo.

Cualquiera de estas tres escuadras ha acumulado en los últimos dos decenios más éxitos que el conjunto atlético, tanto dentro como fuera de España y, lo que es más importante, realizando esfuerzos económicos mucho menos onerosos, aplicando con tino la política del compra barato, vende caro, y sin despilfarrar los recursos brindados por los derechos de televisión, u otros salidos de la fortuna de la familia Gil, cuya procedencia desconozco. El equipo del Manzanares, desde 1990, se ha alzado con una liga y tres copas del Rey, pasando inédito por Europa. Sevilla y Valencia han ganado en este período títulos europeos, además de ligas (sólo Valencia) y Copas del Rey y supercopas (de España y de Europa).

La pléyade de jugadores y entrenadores (más de treinta) que han desfilado por el Vicente Calderón sí que es, en verdad, galáctica, por lo rutilante y por lo extensa a la vez: mérito íntegro de Jesús Gil, quien condenó al club, una vez desmanteladas sus categorías inferiores (de las que salió un tal Raúl, a la postre pesadilla atlética), a ser comprador a perpetuidad (la más sonada excepción, para más INRI, ha sido Fernando Torres, perla canterana y buque insignia, uno de los mejores delanteros del continente... desde que emigró al Liverpool de Benítez). Pero el rendimiento dado a cambio ha resultado ser (no ya sólo en relación a Real Madrid y Barcelona, sino al resto), con perdón del adjetivo, paupérrimo. Quizá no tanto en términos absolutos, pues al fin y al cabo se han logrado varios títulos importantes, sino relativos a la gigantesca inversión realizada (¿de dónde ha salido tantísimo dinero?). Y ojo, no hay que olvidar que los éxitos rojiblancos se remontan a los tiempos del mejor Paulo Futre, de los últimos años de Bernd Schuster, o del mejor momento de jugadores como Kiko Narváez, José Luis Pérez Caminero (una perlita de la cantera merengue), Pantic, Simeone, Abel Resino (ahora llamado a sacar las castañas del fuego) y otros, en el año del doblete con Radomir Antic en el banquillo. Desde entonces, rien de rien.

¿Causas? Ay, si fueran sencillas, no existirían los males atléticos. Me limitaré, pues, a opinar desde mi humildísimo criterio. Y éste me sugiere, a bote pronto, tres explicaciones, en absoluto excluyentes, siendo consciente el arriba firmante de que, con toda seguridad, la realidad será muchísimo más compleja.

La primera es la moral. No hablo de la afición, sobradamente merecedora de matrícula de honor en el aspecto anímico, sino de los futbolistas, que parecen, desde hace años, incapaces de creerse grandes y llamados a hacer cosas importantes. Ranieri, por ejemplo, ya se quejaba airadamente de ello en sus ruedas de prensa, en las que afirmaba que sin c...s no era posible ganar. Y este mal se mantiene, tómese si no esta temporada como ejemplo: arranque espectacular en España y en Europa, aupados por los goles de una delantera temible, de nuevo respetados por todos, y de pronto: ¡pum! las derrotas ante Barcelona y Real Madrid, inapelable la primera, irritante (supongo) la segunda, dejan al equipo groggy. Y así sigue. Sin levantar cabeza, eliminado de la Copa y con los octavos de Champions a la inquietante vuelta de la esquina.

La segunda, el anhelo de resultados inmediatos, la urgencia propia de un club comprador, que tiene la imperiosa (sin segundas intenciones) necesidad de rentabilizar a muy corto plazo los fichajes realizados y el dinero invertido. Paciencia cero, perspectiva cero, no se deja hacer a los entrenadores o a los jugadores. Y sin confianza es muy difícil progresar. Cruyff necesitó dos largos años para convertir al Barcelona en un equipo campeón, pero tuvo a su lado la fe y la confianza inquebrantables de quienes creyeron en su proyecto. Y ahí quedarán sus números de 1990 a 1994, con todas las matizaciones que se les quiera (y pueda) poner. El vasco Aguirre ha sido uno de los técnicos atléticos que han contado con mayor margen de crédito en ese sentido, pero otros apenas han durado semanas en el banquillo o, peor aún, han sido cesados sólo porque la marcha del equipo no era todo lo buena que se esperaba (en esto, y en Madrid, el Atlético no tiene la exclusiva, ciertamente). Sin embargo, y en términos puramente estadísticos, es más que probable que la impaciencia haya truncado más de una buena oportunidad de alcanzar logros acordes con la historia del equipo y con los esfuerzos realizados.

Y por fin, la política de cantera también puede tener su parte de culpa, especialmente la ya comentada decisión de Jesús Gil. ¿Qué habría pasado si Raúl hubiese sido atlético? ¿Habría triunfado como lo ha hecho en el Madrid, o se habría visto forzado a hacer las maletas, como Torres? Se admiten apuestas. Yo me callo. A todo esto, naturalmente, habría que añadir lo que pudo ocurrir a nivel institucional en los tiempos del emblemático y difunto Gil. Eso queda en manos de jueces y letrados, pero sin duda puede tener su parte de culpa para explicar un panorama tan inestable y, a la vez, desestabilizador.

En cualquier caso, y sea como sea, el Atlético de Madrid es lo más parecido que conozco a un insaciable horno crematorio donde se reducen a cenizas, año tras año, las ilusiones y esperanzas de la más fiel, sufrida y sufridora, y por ello meritoria, afición de este país. La hinchada del atleti es la única en España que da verdadero sentido y significado a la palabra FE, con mayúsculas, tal y como proclama Sabina en su nuevo himno (Motivos de un sentimiento), pues siempre está ahí, al lado de los suyos, incondicional, devota, y entregada, pese a lo que pese (que no es poco pesar). Y esa fe, como el Ave Fénix o el Espíritu del Bosque (en Fantasia 2000 y a los acordes de Stravinsky), increíblemente, toma cuerpo cada año a partir de sus propias cenizas. De otra manera, y posiblemente, ni siquiera existiría ya el club. Quizá sea un buen momento para reflexionar, para cuestionarse de verdad, y por encima de intereses particulares, qué demonios está pasando junto al río Manzanares. Por más que ya han habido demasiadas ocasiones para ello.

Lo peor de todo es que los seguidores colchoneros, víctimas de su eterna blancofobia, se han visto obligados a recurrir a ella como principal fuente de satisfacciones, limitados a disfrutar más y mejor con las desdichas del eterno rival capitalino (cuando las ha habido) que con sus propios éxitos. Entiendo que sería mucho más provechoso, y sobre todo útil, canalizar esas energías en el bien propio que en el mal ajeno, por muy odiado y odioso que pueda resultar el oponente, pero no soy yo quién para decirle al prójimo lo que debe hacer con su testosterona y su adrenalina. Que cada cual las emplee como quiera, faltaría más. Eso sí: si algo semejante no es triste de verdad, que venga Dios y lo vea.

He dicho.

lunes, 2 de febrero de 2009

¡Otra perlita!

En mi última entrada, comentaba que en estos meses de silencio por mi parte, los de la prensa (es un decir) culé no han parado de lanzar lindezas y exabruptos por la bocaza. Como hoy es festivo en las islas (festividad de la patrona de Canarias, virgen morena de Candelaria) y dispongo de algo de tiempo, dedicaré unas líneas a las simplonadas con las que Josep "Coldplay" González, subdirector del Sport, y fiel secuaz del siempre "verdadero" (y, by the way, racista) Josep María Casanovas, ha tenido a bien obsequiarnos tal día como hoy. Su columna, como todas las suyas rebosante de literatura y buen gusto, lleva por título Barcelonismo, barcelonitis y madriditis. Entresacaré las siguientes frases:

* Cuesta horrores (...) no mirar de reojo a nuestro acérrimo enemigo de Concha Espina y disfrutar al ver cómo deportivamente están varios pasos atrás y cómo reina el caos directivo e institucional.

* ... debemos dar muestras de señorío y respeto, (...) y no de apuntillar a un Madrid que yace agonizante y de rodillas en el ruedo.

* Cuesta horrores morderse la lengua y (...) no responder a los ataques de barcelonitis ni a las campañas fantasmas para fichar a tal o cual jugador.

Ante las cuales comentaré lo siguiente:

* Las dos primeras frases constituyen sendos y prístinos ejemplos de madriditis, preñadas hasta la obscenidad de desprecio y, por lo tanto, carentes del respeto que se pretende simular. En este sentido, el señor González se comporta como (es un ejemplo como otro cualquiera) el cura pederasta que desde el púlpito predica aquello de dejad que los niños se acerquen a mí.

* Las campañas fantasmas para fichar a jugadores del Barcelona (Messi ha sido el caso más reciente) han sido invención de la prensa culé (consúltese la columna donde Casanovas lanza su gitanada), las cuales fueron recogidas por la prensa de Madrid, y ello bastó para desatar los truenos en la capital del Principado. Consúltese también la entrada del 27 de enero pasado en La Libreta de Van Gaal. La culminación de tanta solemne soplagaitez fue obra del ínclito Joan Laporta quien, como buen y ejemplar nacionalista, tuvo que lanzar su famosa y victimista perorata en la que acusaba al Real Madrid (¿¿??) de intentos de desestabilización, empleando para ello dinero de todos los españoles, especialmente de los catalanes. ¡Con dos gónadas!

* Una última reflexión obligada: si el Real Madrid está poco menos que a las puertas de la muerte, siendo segundo clasificado de la Liga española, y a seis puntos del tercero (Sevilla F.C.), entonces... ¿qué cabe decir del resto de equipos (Sevilla, Villareal, Atlético, Valencia, etc.)? ¿La Santa Compaña, quizás?

Tan sólo al final de su ejemplar columna, el señor González se cura un poco en salud:

* Sabemos, por experiencia, que las crisis Barça-Madrid, Madrid-Barça van y vienen como el Puente Aéreo y que, como ha dicho el propio Guardiola, el prestigio cuesta mucho ganarlo y poco perderlo. (...) Y algún día volveremos a ser feos...

En resumidas cuentas, el poco sentido común de Josep González depende directamente del que demuestra Pep Guardiola, bastante más sensato, mesurado y ecuánime que el columnista, por extensión y en contra de su propio criterio, afectado de madriditis galopante, enfermo hasta la médula de barcelonitis profunda, y completamente exento del barcelonismo con seny que reclama para sí y que encima, y desvergonzadamente, recomienda a sus lectores. Todo esto lo dice alguien que ni es, ni al parecer nunca será, guapo.

He dicho.