Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

lunes, 25 de octubre de 2010

¿Por qué no se calla?

José Luis Pepelu Carazo(te), columnista del diario Sport de Barcelona y azote de las buenas maneras de su profesión, y Hugo Chávez Frías, presidente de la República de Venezuela, tienen algo muy en común: su incontinencia verbal y su acusada tendencia a abusar del mismo, manido y mediocre discurso. El segundo se llevó la reconvención pública del Rey de España cuando no dejaba articular palabra al presidente ZP. Pero al primero no hay pichipata que le haga callar, por más que siga machacando con sus cansinas diatribas la sesera de propios y extraños. Juzguen:
  • Los de ahí abajo están crecidos, muy crecidos, pese a que el Barça siga viendo al Madrid desde su espejo retrovisor. La verdad, es que se comportan como niños, sin pasiones. Los de la ‘caverna mediática’ siguen soñando con un vuelco en la cabeza, sin tener en cuenta que es el ‘Magic Team’ de Guardiola quien va en cabeza (un punto por encima) y que tan sólo quedan dos jornadas para que termine la temporada. [Sport, 7 de mayo 2010]
  • Los del espejo retrovisor, los que acostumbran a estar ahí abajo, están muy crecidos. Van líderes en la Liga y en su grupo de la Champions y esta es la razón y el motivo de que la ‘caverna mediática’ se haya olvidado por completo del ‘Villarato’ o del ‘Séptimo de Caballería’, en clara referencia a las presumibles ayudas arbitrales que recibía constantemente el Barça de Guardiola y haya dejado a un lado el ‘canguelo’ y el ‘cagómetro’, expresiones que utilizaban los de la Meseta para intentar sacar de quicio a los campeones azulgrana. [Sport, 24 de octubre de 2010]
Por el amor de Dios, Pepelu: ¿no te da vergüenza repetir punto por punto las mismas paridas? ¿No te sonrojas siquiera un poco después de escribir semejantes estupideces? ¿Por qué no le cedes tu salario a una O.N.G. y así limpias un poco tu pésima conciencia y redimes a tu denostada profesión?

O mejor aún, ¿por qué no te callas?

He dicho.


miércoles, 20 de octubre de 2010

Let's learn Spanish

Si ayer dedicaba una breve entrada a Joan Vehils y su anglopatinazo, hoy tengo que hacer lo propio con Pepe Carazote. Parecería que en el diario Sport no hay nadie que revise las columnas en busca de gazapos o, si lo hay, que no tenga ni idea de qué buscar ni cómo. O peor aún, que ese alguien ni siquiera exista. La cosa es más grave si se tiene en cuenta que el zorro plateado no es catalán sino vallisoletano, oriundo de esa meseta con la que sus correligionarios tanto se meten por activa y pasiva. Reproducimos:

Quiso (Sandro Rosell), en todo momento, que el socio compromisario actuara libremente, en conciencia, tras la exposición de una serie de echos como se había comprometido en la campaña electoral.

Pepelu: es hechos con hache, del verbo hacer. Por si lo habías olvidado. ¿Es que te han dado un baño de inmersión lingüística? ¿O querías decir 'ecos' en inglés, al revés del director que te paga el Vega Sicilia? En ese caso, acuérdate que cuando un sustantivo inglés termina en 'o', el plural se construye con 'es' al final. Que lo sepas.

He dicho.

martes, 19 de octubre de 2010

Aprendamos inglés

Así se llamaban los libros de lengua inglesa que tuve que digerir allá por sexto de la antigua Educación General Básica, siendo apenas un tierno crío que empezaba a dejar atrás la niñez (algo que aún no he conseguido del todo, dicho sea de paso). El título no era ése, sino su equivalente anglosajón, es decir, Let's learn English. Más tarde vendrían otros libros de enseñanza, como Peter and Molly y algunas obras en ediciones muy sencillas, como el inolvidable Prisoner of Zenda de Anthony Hope y los Thirty-nine steps, de John Buchan, ambas llevadas al cine en repetidas ocasiones.

A pesar de tener, creo, un dominio razonable de la lengua de William Shakespeare y Agatha Christie, procuro evitar los anglicismos cuando escribo en español, a menos que éstos hayan sido reconocidos por nuestra R.A.E. Y desde luego, en caso de duda, no vacilo en consultar antes el diccionario. Porque puestos a hacer gala de conocimientos de inglés, lo menos que se puede pedir es hacerlo con propiedad. Digo yo.

Aquí va un extracto de la columna escrita hoy por Joan Vehils, director del Sport:

El presidente (Sandro Rosell) recordará de por vida esos 29 votos de diferencia que hubo entre el sí y el no. Tras realizar el mejor ‘speach’ desde que accedió al cargo, sólo le faltó que los compromisarios remataran la jugada y, hoy por hoy, estaríamos hablando en términos muy distintos de lo sucedido.

De dónde ha podido sacar el ex de Arantxa Sánchez Vicario semejante término, lo ignoro. Tal vez se haya acordado de la palabra melocotón (peach) y ha supuesto que para decir 'discurso' en inglés, bastaría con añadir una s al principio. Total, como se pronuncia 'spích', pues lo mismo dará. Una m... espichada en un palo, vamos. O similar. Pero lo cierto es que la palabreja de marras se escribe speech, y se pronuncia como una i prolongada, como sucede invariablemente con la doble 'e' inglesa.

Porque no hay nada peor que poner un anglicismo donde no debería (por mucho que se trate de una columna periodística), y encima hacerlo mal. Así que, como penitencia, bien haría el susodicho en empollarse todos los libros adecuados, desde Let's Learn English hasta Sesame Street (y no 'estrít') y sólo tras echar un vistazo a los múltiples diccionarios en línea que la red nos ofrece, arriesgarse a escribir algo en una lengua que, claramente, no es la suya. Así que castigado, hala. Por tornillo (en inglés screw, pronunciado 'skru', y no 'escríu').

I've said so.

domingo, 3 de octubre de 2010

Los más listos de la clase

Ignoro si Florentino Pérez sabía lo que hacía cuando fichó a José Mourinho para dirigir los destinos de la primera plantilla del Real Madrid. Quiero decir, más precisamente, que desconozco si se hacía cargo del alcance del fichaje, en todos los sentidos. El portugués está demostrando ser un personaje sumamente astuto. Y las plumas de nuestra ilustre prensa deportiva están cayendo tan bajo que no se adivina el fondo del pozo. En el panorama futbolístico patrio, ya teníamos un chico muy listo: Pep Guardiola, el noi de Santpedor. Pero ahora le ha salido un digno competidor en la figura del controvertido entrenador luso, más allá de lo meramente deportivo y mucho más allá de su particular histrionismo.

Ambos tienen aspectos en común. Ya imagino a los culés más recalcitrantes protestando por esta blasfemia: ¡cómo se van a parecer, tan buen chico el uno y tan borde y chuleta el otro! Pero que Mou sea ahora mismo el mismísimo Demonio del Mediodía para los blaugrana no debe ser obstáculo para fijarnos un poco. Guardiola asumió como norma no conceder entrevistas a los medios de comunicación, hablados o escritos. Hizo muy bien, porque dedicarle más tiempo que el estrictamente necesario a los periodistas deportivos es simplemente desperdiciarlo. Y más aún cuando, tal y como hacía el catalán desde su etapa como jugador, rompía los tópicos habituales en las ruedas de prensa: es un partido muy difícil, un rival complicado, tenemos que hacer nuestro juego, y bla, bla, bla. Ahora, en esta brillantísima etapa como técnico, controla todos y cada uno de los aspectos de su equipo, al que gobierna con puño de hierro en guante de seda. Además tampoco habla por hablar: su mensaje nunca es repetitivo, y sí finamente calculado, diseñado, predigerido, y por último, lanzado a los tiburones con la sutil precisión de un misil. Jamás queda al azar. Su objetivo último: motivar a sus hombres y nublar al rival. Así de claro. Los éxitos son siempre de sus jugadores, mientras que asume como propios los escasos fracasos cosechados hasta hoy. Como en aquella frase memorable tras la eliminación copera ante el Sevilla, a comienzos de este mismo año: siento que he fallado a mis jugadores. Algo que, entiendo yo, ni él mismo se podía creer. Ni de coña. Pero como motivador de sus jugadores en la derrota, perfecto e impecable. Sus modales de colegial británico, su aparente humildad, su cuidada imagen, todo contribuye a hacer de sí el chico perfecto. A lo mejor meo colonia, decía no hace mucho. No lo creo en absoluto, más bien pienso que es muy, muy listo.

El portugués también controla todos y cada uno de los aspectos del equipo al que entrena y, al igual que Pep, jamás concende entrevistas a las radios ni se rinde ante los jugadores, especialmente si no trabajan como a él le gusta. No se presta al juego de la prensa y, tal y como hace su antagonista, se sirve de ella, aprovechándose de su cateta estulticia. Y aquí se acaban las semejanzas. Mourinho no tiene pelos en la lengua y no duda en lanzar aspavientos. Pero sus desplantes nunca resultan de una pérdida de nervios o de cabeza: al contrario, también persiguen una finalidad. Hace poco más o menos un año, el Real Madrid ganaba partidos, pero el juego bonito que se prometía bajo la batuta de Pellegrini (una apuesta de Valdano como antes lo fue el infausto Carlos Queiroz) no terminaba de llegar. El chileno tenía que justificarse una y otra vez, reclamando una paciencia que nadie le concedería, y menos aún tras la penosa eliminación copera ante el Alcorcón. Hoy pocos se fijan en las carencias que, hasta el momento, ha mostrado el juego madridista. Nadie hace gala de la impaciencia del año anterior. En lugar de ello, los periodistas (especialmente los de Barcelona, claro está) se han lanzado como cerdos tras las trufas, siguiendo el resto de pólvora de los fuegos de artificio que ha lanzado el luso. Que si dejo en el banquillo a Benzema, que si Pedro León no es Maradona, que si me marcho de la rueda de prensa, que si los rivales del Barça entregan los partidos de antemano, etcétera. Todo eso ha convertido a nuestra paupérrima prensa deportiva en un triste sucedáneo de Crema Rosa y otra telebasura similar. Pero nadie habla del juego del Madrid. Objetivo cumplido. Otro chico listo.

Entiendo que muchos de los directores de periódicos y radios de este país se frotaron las manos cuando supieron que Mourinho vendría al Real Madrid. Y éste, generoso, no les ha decepcionado: les está haciendo ganar mucho dinero y genera una portada tras otra. A cambio, se ha convertido en el gigante Atlas, ése mismo que fue condenado a soportar sobre sus hombros el peso de la bóveda celeste. Porque no se requiere menos para lidiar con los mismos medios que han contribuido a triturar y deshauciar a un entrenador tras otro, especialmente en el Real Madrid. José Mourinho tiene muy buenas espaldas, y los periodistas deportivos muy poco seso. Salvo para hacer dinero, claro. Al chico más listo (Pep Guardiola) le ha salido un rival a su altura, no sólo en lo deportivo. Ahora, falta por ver si además se convierte por segunda vez en su Némesis particular.

He dicho.

Add-on: Martí Perarnau en el Sport, martes 19 de octubre de 2010.