Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

jueves, 7 de agosto de 2008

¡Obrigadissimos, rapazinho!

Es lo que cabe decirle a Cristiano Ronaldo después de que, por fin, dos meses después, haya decidido dar por cerrado el culebrón del verano, ¡gracias a Dios! Y gracias también a ti, rapaz. Quédate donde estás, el favor que le haces al Real Madrid es, como ya avancé en la última entrada, inmenso e impagable. Tan sólo queda por deshacer el entuerto futbolístico en el que el equipo se encuentra ahora mismo, y es la carencia de un delantero centro, cuestión que podría abordarse ahora con más solvencia económica, libres de la carga que hubiera supuesto el astronómico traspaso, pero con más agobios en cuanto al tiempo disponible. Por lo demás, el equipo sale ganando, y muchísimo: no hay más estrellitas rutilantes que las que hay, los jefes del vestuario siguen siendo los madrileños (Raúl, Guti y Casillas), no hay que cumplir con las promociones publicitarias a costa de perderse entrenamientos, no hay desequilibrios excesivos en cuanto a sueldos (y eso que los que existentes hoy habrían sido calificados como escandalosos, sólo una década atrás), y no viene ningún muchachito imberbe a perturbar el buen rollo que dejó el fin de la temporada pasada. Buen rollo que, de todas maneras, se puede cobrar una víctima: Robinho, quien se ha sentido en todo este tiempo como simple moneda de cambio en el hipotético traspaso de Cristiano.

Así que ahora, a trabajar. Y en serio. Porque la pretemporada del equipo está siendo un poco decepcionante, no tanto por los resultados sino por el bajo tono físico aparente de los jugadores. Y encima, con la lesión del bueno de Sneijder, a causa de una salvaje entrada en un amistoso contra el Arsenal (arrieritos somos...). No es, con todo, demasiado preocupante, o no debería serlo, pues ya el año pasado Schuster fue prematuramente ajusticiado por la prensa cuando lo bueno de verdad aún no había arrancado. Pero hay que mejorar aún, y no poco. Veamos qué tal sale la pachanga colombiana. Entre tanto, demos una bienvenida calurosa a Rafael Van der Waart, sin duda mucho más necesario para los planes de este equipo que el portugués, futbolista creativo, trabajador y con chispa. Y démosla también, cómo no, a su espléndida señora, seamos corteses.

¿Y allá en el nordeste? Pues ni mu (por cierto, también se pronuncia así en catalán, creo) sobre el tema Ronaldo o, como mucho, noticia de segundo orden. Llamativamente extraño, pero se agradece el desinterés. Y por cierto: lo ocurrido con el madeirense puede tener implicaciones serias en Can Barça. Contaban allí con quitarse de encima a Samuel Eto'o si el Real Madrid inyectaba ese torrente de pasta en el mercado que dispararía un rosario de fichajes en Europa que ahora no se va a producir o que, de producirse, discurrirá por cauces diferentes. Una de las cuentas del rosario era el camerunés, quien sonaba como posible recambio de Cristiano en la punta de los Red devils. Pero no. Y el Barça sigue con la patata caliente: ¿qué hacer con Samuel después de haberlo puesto a escurrir en la prensa y después de haber sido públicamente descartado por el propio Guardiola? Y si no le venden, en Barcelona saben que mantienen una bomba de relojería en el vestuario, un explosivo al que sólo Luis Aragonés, a base de zarandearle públicamente en el banquillo del Mallorca, supo meter en cintura. Y lo que son las cosas: el camerunés desde entonces nunca ha ocultado su afecto por el de Hortaleza. Como el hijo calentón, rebelde... y siempre potencialmente peligroso.

El único cante en la prensa barcelonesa (alguno tenía que haber, después de todo), lo pone Josep González, faro intelectual de occidente él, para decir sin sonrojos que en el FC Barcelona fichan jugadores sin glamour y sin esposas o novias despampanantes, como sí quiere hacer el Madrid, y regocijándose porque la prensa rosa, así como el propio club, se hayan quedado sin comidilla tras la negativa del de Madeira. Fí-ja-te. Agudeza desbordante la suya, proclamo, que diría Forges.

¡Qué triste debe ser sentarse frente al ordenador y no saber cómo empezar! Menos mal que el eterno rival siempre garantiza la lectura, ¿verdad señor González?

Mais uma vez, rapaz: muito obrigado.

He dicho.