Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

jueves, 23 de diciembre de 2010

¿Parece... mentira?

Visto en el diario Sport, en su edición digital de hoy, 23 de diciembre de 2010:

El subrayado, por supuesto es de un servidor. Luciana Aymar es la capitana de la selección albiceleste de hockey hierba, y en la capital del Principat se lamentan de que el galardón no haya ido a parar a manos de Leo Messi. Aunque parezca mentira, dicen. Bueno, juzguen ustedes:

¿A quién le queda mejor el azul turquesa? ¿Hay alguien que siga pensando eso de que parece mentira? Un poco más en serio, y antes de que alguien se me eche al cuello por machista, aclararé que Aymar y sus compañeras son las actuales campeonas del mundo de hochey hierba femenino, ganaron la medalla de bronce en las últimas olimpiadas y la de oro en los últimos panamericanos, ostentan el Trofeo de selecciones campeonas, y también vencieron en el último campeonato sudamericano. Por mucho que Leo Messi sea aclamado como el mejor futbolista del mundo, sus méritos a nivel de selección valen tanto como los de Trinidad y Tobago, con todos mis respetos: cero absoluto. Visto todo lo anterior, no creo que el premio otorgado a la jugadora argentina parezca tanta mentira, y sí veo en el Sport lo de siempre: agrio y pueblerino sectarismo.

He dicho.

martes, 21 de diciembre de 2010

Ménage-à-trois

Cena de paz, cena de amor, todo brilla en derredor. Ese es el mensaje fundamental que Florentino Pérez ha querido lanzar hoy a lo largo y ancho de este mundo, con el propósito de calmar las aguas blancas tras el numerito de Ocean's thirteen, la famosa lista con los pecados capitales de Clos Gómez. Que Jorge Valdano y José Mourinho no son santo de la devoción el uno del otro es algo sabido, incluso desde antes que se consumara el fichaje del portugués. Pero viven bajo el mismo techo, y la convivencia, aunque tensa, se debe imponer por el bien del club. El máximo mandatario merengue se ha convertido pues en el vértice principal de un triángulo no precisamente amoroso, pero obligado a funcionar. Lo que suceda a partir de ahora es esencial para que cada cual asuma el papel que le corresponde, y actúe en consecuencia.

Y para triángulos, el que se propone a continuación. Abrimos con este titular de la edición digital del diario Sport de hoy:


Seguimos con este otro, visible en la web del diario MARCA:

Y para rematarla, aquí está la portada del diario AS de hoy:


Interesante triángulo amoroso... periodístico.

He dicho.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Una historia peligrosamente familiar

Algo ocurre en la Casa Blanca, y no augura nada bueno. Ayer, a la conclusión del choque frente al Sevilla felizmente resuelto gracias al olfato de Di Maria, José Mourinho rompió la baraja (para unos) o se puso en su sitio (para otros). Sólo que los primeros, los que creen que el portugués se sobró al airear la famosa hoja de los trece errores arbitrales (presuntamente una obra de Valdano) y de paso, reclamar más apoyo de la directiva para defender al equipo, son mayoría. Así se manifiestan entre otros Alfredo Relaño en AS, o Santi Segurola y Roberto Palomar en MARCA. No sé si es casualidad o no, pero me resulta muy sospechoso este giro copernicano frente al entrenador merengue, al que no hace mucho se le otorgaba un respaldo monolítico y sin fisuras en la prensa capitalina. Ignoro si ha habido consigna por parte de alguien importante en el club merengue, en sentido de romper hostilidades contra Mou en los medios de comunicación afines al Real Madrid (porque, qué quieren que les diga, eso de la independencia de la prensa en general y la prensa deportiva en particular es, en mi humilde opinión, un camelo.) Espero y deseo que todo esto no sean más que fantasías del abajo firmante.

Porque, si efectivamente se ha levantado la veda contra el entrenador madridista, no me cabe duda de que hoy mismo se ha puesto en marcha un poderosísimo engranaje que, lenta pero inexorablemente, triturará incluso a un personaje sólido como Mourinho hasta hacerle puré, para terminar llevándoselo por delante, y con él, muy posiblemente, al mismísimo Florentino Pérez. Es decir, que el actual entrenador merengue seguiría el ignominioso andar de Luxemburgo, Capello, Schuster o Pellegrini. Las consecuencias para el club podrían ser simplemente nefastas. Y la liga española, para mayor regocijo de la pléyade de juntaletras del nordeste, quedaría irremediablemente en manos del Barça durante al menos los próximos diez años. Porque, guste o no, ahora mismo (como ya sucediera el año pasado) el Real Madrid es el único equipo que, mejor o peor, resiste el dulcísimo momento del Barça. Es el único que, de seguir así las cosas, tendrá posibilidades de evitar lo que parece irremediable. Los demás, a estas alturas de campeonato, cuando ni siquiera se ha consumido la mitad de la temporada, simplemente ya no cuentan, no importa lo que digan las matemáticas. Juegan otra liga, y lo saben.

Mourinho tiene razón en una cosa: él no está para ser el recadero de nadie en la directiva. Se le paga para entrenar y ganar títulos, no para oficiar de correveidile. Y si algún directivo (incluido el ínclito Valdano) tiene razones para protestar la actuación del árbitro, que lo haga en persona si se atreve, en vez de pasar el recadito al entrenador para que se coma el correspondiente marrón. Y si Mourinho reclama más poder en el club, no es menos de lo que hace el bueno de Guardiola en el Barça (Zubizarreta, en mi opinión, es un mero adorno), lo que pretende Benítez en el Inter, o la posición de que goza Arsene Wenger en el Arsenal (éste último, por cierto, sigue tan campante a pesar de su paupérrimo balance de títulos en relación a Manchester United, Chelsea o Liverpool). Mourinho, en definitva, reclama para sí lo que debe tener: el apoyo decidido de la directiva, el respaldo unánime del club, y que le dejen trabajar, en lugar de ponerle zancadillas. ¿O es que en el Real Madrid pensaban que habían contratado a la Madre Teresa? No lo creo; más bien pienso que sería más sensato actuar de modo consecuente: si le has contratado, toca apuntalarle con todas las consecuencias y hasta el final. Luego ya se verá.

Porque si todo lo anterior fuera poco, y al margen del sainete de la lista de los trece puntos en Word, se oye la sempiterna cantinela de que el Real Madrid no tiene derecho a quejarse cuando las decisiones arbitrales le perjudican. Algo que ya hemos escuchado recientemente en boca del presidente del Valencia, y ahora por obra y gracia de Josep Maria del Niu. Otros, incluyendo a los mentados juntaletras del Principado, sí: faltaría más. Pero el Real Madrid, nanay. Esto no es victimismo, señores, es simplemente poder hacer lo que otros: decir que, conforme a tu criterio, el árbitro te ha perjudicado. Ni más ni menos. ¿Que sucede en muy raras ocasiones? Cierto, pero sucede.

No es momento para esto, no es momento para cargarse el proyecto de este año cuando aún no se ha escrito ni la mitad de la historia. El daño puede ser gravísimo.

He dicho.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Prensa... ¿deportiva?

Portada de El Mundo Deportivo de hoy, 16-XII-2010:


Por si alguien no los identifica, el de la izquierda es Iker Casillas, el de la dderecha es CR7 y la dama que figura entre ellos es Sara Carbonero.

Sin comentarios.

He dicho.

lunes, 6 de diciembre de 2010

El valor del Silencio

Han pasado siete días desde el Clásico contra el Barcelona. Y es ahora, una semana después del, para mí y otros tantos madridistas infausto partido del Camp Nou que vuelvo a asomarme al teclado. Del partido no tengo nada que comentar. El resultado final lo dice todo, así que no queda más que rendirse ante la evidencia y seguir peleando, luchando hasta el último aliento y el último minuto. Esa es la obligación de los jugadores, del cuadro técnico y de la directiva. Sin rendirse nunca, jamás. Han perdido una batalla. Estrepitosamente, sí. Pero la guerra sigue, y en varios frentes. Por lo pronto, la difícil victoria del pasado sábado ante el Valencia habrá servido, espero, para tomar un poco de aire, restañar las heridas aún sangrantes y recobrar algo de una moral que adivino barrida, aniquilada y destrozada.

Durante estos días de difícil trago, la mayoría de mis amigos (y familiares) culés o, en el mejor de los casos, antimadridistas furibundos ha sido la de guardar silencio. Lo aprecio y lo valoro, porque es justamente lo que deseaba. No ya sólo por el estado de ánimo, que también, sino porque estimo que es la justa correspondencia a mi política de siempre en casos deportivos: vive y deja vivir. Disfruta de lleno de las victorias de los tuyos con aquellos que comparten tus simpatías, y deja a los demás en paz. No me cabe duda de que algunas personas cercanas habrán disfrutado como niños viendo el recital de los chicos de Guardiola. Pero en lo que a mí respecta, ya fuese en presencia o en la distancia, si te he visto no me acuerdo. Gracias pues.

Otros, los menos, no. De un modo u otro me recordaron lo sucedido, con insistencia en algún caso. Bien, nada que objetar. Libres somos. Pero ante un estímulo así tenía varias salidas. Y al final, opté por la que me pareció mejor: negarles lo que me habían dado y regalarles lo que hubiese querido para mí, y que no era otra cosa que silencio, silencio absoluto. El mismo silencio que observaré escrupulosamente cuando las tornas se viren, siempre fiel a mí mismo. Una opinión que, por cierto, no es la primera vez que expreso en este mismo espacio, cuando la diosa Fortuna sonreía, no hace tanto, a mis colores.

Porque las tornas, con total certeza, cambiarán. No sé cuándo, ni cómo o por qué, pero lo harán porque siempre lo han hecho. Es ley de vida: los triunfos nunca son permanentes y el viento siempre cambia de dirección, ya sea por lesiones, defecciones, por la llegada de alguna oveja negra o la ambición incontrolada de algún jugador o (más corriente de ver) de su representante; por el hastío de los triunfos, por imprevisión o exceso de confianza, por la soberbia, por la mala gestión de los directivos (que le pregunten al Valencia) o, más simplemente, por el paso inexorable de la edad y la pérdida irreparable de ciertos jugadores, técnicos o directivos clave. O por cualquier otra circunstancia impredecible e imprevisible. Aníbal cruzó los Alpes en lo que parecía una empresa irrealizable, machacó a la caballería romana de Publio Cornelio Escipión padre en el río Tesino, destrozó a las legiones de Sempronio en Trebia, aniquiló al ejército consular de Flaminio en el lago Trasimeno y, finalmente, masacró cuatro ejércitos consulares al mando de los cónsules Emilio Paulo y Terencio Varrón en Cannas, en una auténtica orgía de sangre y muerte. Pero Aníbal se enfrentó a Publio Cornelio Escipión hijo en Zama, donde acabó siendo descalabrado, y ése fue el principio de su fin. Los suyos, los cartagineses, hicieron el resto. Como los mismos romanos con su general, por cierto. Guardiola y los suyos verán el día en que llegue su Zama particular. Su Escipión les aguarda. Sólo es cuestión de dónde y cuándo.

Y cuando llegue ese día, insisto, sólo habrá silencio por mi parte hacia las personas cercanas que profesen los colores blaugrana. El silencio, ese valioso, agradable y elocuente compañero de viaje. Guardaré mis palabras para los de siempre, para nada cercanos en lo personal, deportivo o geográfico. Y mientras tanto, paciencia y a recordar el viejo proverbio Klingon con el que Tarantino abriera hace años su inmortal epopeya Kill Bill. Hoy he roto el silencio. Porque he querido, por pura y simple voluntad.

He dicho.