Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

jueves, 26 de febrero de 2009

¿Otra ocasión perdida?

Pues... casi, o así pinta a día de hoy: el primer envite de la eliminatoria de Champions se ha saldado con derrota. Poco que añadir, salvo que habrá que ir a por la machada en Anfield, y desde luego que no va a ser fácil. Este equipo parece hoy más moribundo que ayer (en la propia Champions, claro está). Y lo grave es que, leyendo las crónicas del partido o viendo los resúmenes televisivos, parece claro que el Real Madrid renunció a querer comerse al rival, para plantear un partido más táctico, de esos que a Rafa Benítez tanto le gustan (no tengo el Plus). Hasta el punto de que, con un punto de suerte (que, por otra parte, pertenece siempre a aquél que la busca) este entrenador, madrileño y español, le birló una Champions al mismísimo Milán, paradigma hoy del fútbol italiano, siempre tan especulativo y resultadista y (eso sí que fastidia), casi siempre ganador. Casi siempre.

Pero a lo que iba. Ahora queda la machada. No es imposible, pero es muy improbable, como a casi cualquiera se le puede antojar. El peor error de los Red devils sería dar al Madrid por muerto. Como ya he dicho en otras ocasiones, su mejor oportunidad pasa por ello. Y, fíjate por dónde, ahora que el equipo había recobrado fuelle hasta ser a priori favorito para ganar el partido del Bernabéu, va y pierde. Blanco y en botella... De todos modos, es preocupante que el Real Madrid no haya sido capaz de ganar un solo partido a un equipo grande y en condiciones (Juve y Liverpool, o sea). Eso dice algo. Y quien tenga oídos, que oiga.

La única razón que tengo para alegrarme por lo sucedido es poder, como tantos otros (incluido Tomás Roncero, quién iba a decirlo) poder sugerirle al presidente interino del Real Madrid, Vicente Boluda, que guarde las formas, el debido respeto y la obligatoria humildad antes de un choque de estas características (lo del 3-0, el chorreo, y esas cosas). Dicho en lunfardo: ché, no digás boludeces, oshe, no me seás pelotudo. Parece que este buen señor aún no conoce la diferencia entre un forofo y un presidente de un club como el Real Madrid. Que otros lo sean o lo hayan sido, en el Madrid y fuera de él, ni justifica su monumental salida de tono ni le exime de la culpa correspondiente. En privado, o en petit comité, que diga lo que quiera y como quiera, siempre que no haya periodistas cerca. O digo mejor, Peregrin Tuk, mantén la boca cerrada, Gandalf dixit. En público, que se comporte como debe y no nos avergüence a los madridistas. Dicho queda.

El camino del Real Madrid, dicho sea de paso, no es muy diferente del que deben recorrer el Atlético en Oporto o el Villareal en Atenas. Todos deben marcar. Sólo que el Madrid debe hacerlo para no caer eliminado, en tanto que sendos goles colchoneros o amarillos les darían el pase a la ronda de cuartos, siempre que no reciban nada a cambio, claro está. Con todo, se me viene a la cabeza la reflexión de que la liga española está (y sigue en ello) perdiendo muchos enteros. Todo lo que de bueno tiene la selección nacional (Sr. Laporta: na-cio-nal, insisto), lo tienen de malo los clubes, que parece que han dejado de ser los cocos de Europa. Sí, todos se clasificaron en su momento para la ronda de octavos, pero ahora mismo tres están eliminados (de mantenerse los marcadores de la jornada pasada), en tanto que el cuarto cuenta con la más exigua de las rentas. No hubo ni una sola victoria de equipos españoles, y eso que tres de ellos jugaban en su propio estadio. Algo huele a podrido, y esta vez no es en Dinamarca, sino en nuestra piel de toro.

(P.D.: Un par de horas después de terminar este post, el Deportivo de La Coruña y el Valencia han caído en la UEFA, de modo que ya no quedan representantes españoles en esta competición. No sucedía algo semejante en dieciseisavos de final desde 1991. Ahí es nada. Insisto: algo huele a podrido...)

En quince días, la solución.

He dicho.

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