Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

martes, 10 de junio de 2008

Maravillas en el País de Alicia

Suena como un cuento al revés, ¿no? Pues sí, ahí está. Ha concluido el primer envite de la selección española en la Eurocopa, y nos hemos llevado a casa la piel del oso ruso, algo por lo que el arriba firmante suspiraba en la última de las entradas de este ciberespacio bloguero de opinión. Y lo ha hecho del modo más inesperado: jugando al estilo Aragonés. No tanto al traído y llevado tiqui-taca, sino siguiendo el sello que el de Hortaleza imprimía a sus equipos allá por los años ochenta y noventa... y tal. Bien atrás, cerrando los huecos al rival, y prestos a lanzar la contra rápida y letal. Entre tanto, Rusia, quien se suponía iba a desempeñar ese mismo rol contraatacante, al final ha ofrecido una versión tiquitaquera de sí misma, sólo que con los mismos vicios que España mostró en sus últimos partidos de preparación: lentitud, falta de profundidad, y constantes fallos en las entregas que propiciaban las contras letales del rival. Uséase, tómese la anterior entrega de este blog, cámbiense los papeles de España y Rusia entonces predichos y... ¡voilá la goleada! Olé y olé, los ojos de la española que yo soñé.

A partir de aquí, la reacción de los medios, que aún no he tenido ocasión de ojear, es tan previsible que casi me da reparo asomarme a sus ediciones digitales: pim, pam, pum, somos los mejores, partidazo, campeones, a por ellos, con nosotros no puede nadie... y empezaremos a cortar la piel del reno sueco antes de haberle dado los tiros de rigor... mortis.

Afortunadamente, hay dos cosas que diferencian la situación actual de la "roja" de ocasiones precedentes y cercanas. La primera es que los rivales que nos quedan en esta ronda no son Túnez y Arabia Saudí, con todos mis respetos, sino dos selecciones de mucho más cuidado. Así que la euforia, que la habrá (la hay de hecho) durará posiblemente poco. Lo justo, quizá. Y menos mal. La segunda es que todo el mundo, esta vez sí, es más consciente de que aún no se ha hecho nada importante, sino únicamente lo que había que hacer para poder llegar a metas más ambiciosas. Que los fuertes de verdad, los que juegan enseñando los dientes afilados y tienen la ambición tatuada en el rostro, a lo guerrero maorí, aún no se han cruzado en nuestro camino. Entonces, y sólo entonces, se verá el verdadero potencial de este equipo.

Guus Hiddink podrá, quizás, quejarse de que el equipo arbitral les ha podido perjudicar. Y es posible que así haya sido, en jugadas aparentemente intrascendentes. Un fuera de juego por aquí, una falta no señalada por allá... No sé si lo ha hecho, pero en el caso de que así haya ocurrido, que se acuerde de aquel colega egipcio suyo, un tal Gamal El-Gandour, que nos la jugó buena frente a su Corea de las noses. El muy gandul.

Sólo un apunte más. ¿No tienen sensación de déja vu después de esto? ¿Recuerdan el 4-0 ante Ucrania en el mundial de Alemania, hace casi dos añitos? Ellos pasaron de octavos, nosotros no. Aún es pronto para dar al oso ruso por muerto, y a los nuestros por héroes. Esto sólo ha sido un paso adelante. Estupendo, sí. Pero sólo eso y nada más. Si la prensa deportiva no aúlla demasiado con el toque de carga del Séptimo de Caballería, ni canta Garry Owen a coro ni, lo que sería más pernicioso, se lo canta a los propios jugadores al oído en las entrevistas radiofónicas y televisivas, es posible que los jugadores estén lo suficientemente tranquilos como para poder seguir haciendo su trabajo. Que es lo que de verdad importa. Déjenles un respiro, por favor. No les envenenen la mente con halagos y expectativas.

He dicho.

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