Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

jueves, 19 de junio de 2008

Impresiones eurocoperas

Llevaba sin aparecer por el ciberespacio bloguero, sin satisfacer la curiosidad de la inmensa masa de seguidores de estas líneas, y sin deleitarles con mi contrastada sapiencia futbolística (nótese la ironía) demasiado tiempo. Pero tranquilos todos: el Caballero Blanco ha vuelto. Y lo hace, justamente, al término de la primera fase de la Euro, que ha dado de sí lo que todos han podido ver, leer y oír.

¿Lo más destacado? En primerísimo lugar, una Holanda que ha mostrado una tarjeta de presentación impecable, rapando al cero a cuantos se le han puesto por delante, campeón y subcampeón del mundo incluidos, a base de un fútbol rápido, preciso, espectacular y sobre todo matador (nueve goles en tres partidos, ¡y qué goles!). La gran alternativa al conjunto hereje, perdón, orange, es nuestra vecina y hermana Portugal, a tenor de lo visto. Solidez defensiva, experiencia y talento, tres ingredientes básicos y muy efectivos cuando juegan combinados... dejando aparte la intrascendente derrota ante Suiza. Croacia bien podría ser la semi-revelación del campeonato, la selección tapada, con una solvencia inapelable, capaz de convertir a los panzers germanos en chatarra, algo así como la batalla de Kursk, pero con un balón de por medio... como, de hecho, así fue.

En segundo término, la peleona Turquía, a la que salvan de la debacle sus mediocampistas ofensivos y sus delanteros, con el sultán Nihat Kaveci al frente, ¡vaya machada el partido ante los checos! De esos que, como se dice habitualmente, hacen afición. Al fútbol, se entiende. Rusia, al fin, no me ha dejado del todo mal, y se las ha compuesto para deshacerse de los griegos (aria de Nikopolidis incluida) y de los vikingos suecos quienes, sin Zlatan Ibrahimovic en condiciones, son medio equipo de fútbol. Y luego nos quedan los representantes de la prehistoria: los neandertales germanos y los, llamémosles, "prácticos" italianos. Los primeros, patadón (eso sí, terrorífico) y tentetieso, fuertes como siempre pero descerebrados como nunca, encomendados a la calidad técnica de un polaco de origen como Podolski, quien pone las luces de las que el resto carece. Y en cuanto a los eternos azurri, qué se puede decir: también como siempre. Haciendo una primera fase desastrosa, barridos por Holanda y puestos en la picota por Rumanía, pero con una potra descomunal frente a los rumanos y más aún frente a los franceses (a la que contribuyó no poco la necedad de Raymond Doménech al fijar los marcajes sobre el gigantón Luca Toni), de ésa que te hace cogerles manía hasta el punto de intentar hasta el vudú con ellos. Pero amigo: el Vaticano está en Roma. Y no por casualidad. Parece. Y van y nos tocan en cuartos. Y un 22-J, para colmo. ¡Ojú, lagarto!

¿Y España, nuestra España roja, nuestra furia? Pues con los deberes hechos, bien que in extremis, salvo frente a Rusia, pero hechos, que es lo que cuenta. El balance del juego exhibido por la selección es, hasta ahora y a mi juicio, gris. Y no poco. Lo de Suecia fue por momentos triste, viendo como un solo jugador, el mencionado Ibrahimovic, se las arreglaba solito para meternos algo más que el miedo en el cuerpo. Sólo que, para desgracia de los suyos, se rompió. Y ahí apareció el Guaje, una vez más, recogiendo un pelotazo (¿pase largo o despeje?) de Capdevila, y definir con solvencia, para así poder añadir el casco con los cuernos a nuestra particular sala de trofeos. En resumen: pobre, a pesar de la victoria. Y lo visto ayer frente a los griegos, desesperante. De la Red, alabado en exceso por su gol (magnífico, eso sí), no se salvó de los altibajos que mostró su juego, demasiado fallón en los pases, sobre todo al principio. Sergio García, a siglos-luz del extremo rápido y desbordante de la capital maña. Cesc, perdido en el monte (y van...). La defensa, bien a secas, y sin grandes alardes. Y Güiza, que mostró sólo dos detalles de su calidad (sazonados con lucha a raudales y no pocos fallos), los suficientes para hacer dos goles. De la triste imagen ofrecida ayer, sólo se salvan con nota Xabi Alonso, que por fin hizo un buen partido mandando en el centro del campo, Pepe Reina, muy enchufado y atento en los despejes y salidas (el gol de Charisteas era poco menos que imparable) y Santi Cazorla, que claramente va a más a medida que avanza el campeonato. Quizá podríamos meter en el paquete a los centrales, Albiol y Juanito, cuyo único lunar fue precisamente el gol griego. Y un detalle de importancia. Tanto nórdicos como helenos pusieron de manifiesto un hecho muy, muy palpable: España sufre cuando no tiene el balón. Los peores momentos de la "roja" vinieron justamente cuando el rival se preocupó por la posesión y empezó a mover a los nuestros, revelando en todo su esplendor nuestras carencias defensivas.

¿Y qué pasará el domingo, ese 22 de junio maldito? ¿Haremos el papel de la Wehrmacht, arrollando al enemigo con un blitz rápido y contundente? O, por el contrario, ¿nos asemejaremos al desorganizado y mal equipado Ejército Rojo de 1941? Probablemente, ni una cosa ni la otra. No nos va el papel de rodillo, y menos en cuartos. Como tampoco nos va el de arrollados, porque a héroes nadie nos gana. La cabeza la mantendremos bien alta, ocurra lo que ocurra. Sólo ciertas cualidades pueden (y deben) marcar las diferencias a nuestro favor, si queremos mandar a Donadoni y a los suyos de vuelta a casa, a hacer pizzas: la mentalidad, la actitud y la convicción. Ésa debe ser nuestra arma secreta, la razón de ser. Estoy seguro de que Luis Aragonés intentará por todos los medios inyectar fe en los jugadores, porque es lo único que les falta para ser lo que aún no son: una potencia de primer orden futbolero.

Sólo hace falta una cosa: que los jugadores se lo crean, y de verdad. Que cambien el lema: "¡Podemos!", por "¡Lo haremos!". O, si quieren, resucitar el "A por ellos, oé". Sin vacilaciones. Y que actúen en consecuencia. No como el ejército de Pancho Villa, pues la calidad la llevan en las botas, sino comiéndose al rival a base de juego y goles. Hace dos décadas, teníamos el empuje pero nos faltaba la calidad. Hace una década, ya teníamos calidad pero nos faltaba la pegada en los momentos importantes. Ahora lo tenemos todo, a falta únicamente de actitud. Que sean ellos, los azules, quienes tengan miedo. Son ellos quienes tienen más que perder.

Bueno, y que los periodistas dejen a los nuestros en paz y no les metan presión, claro. Pero eso ya es harina de otro costal. Y no harina de trigo candeal, precisamente, sino más bien harina de garbanzo.

He dicho.

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