Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

lunes, 25 de abril de 2011

Cambio de registro

Si por algo se había distinguido hasta ahora el noi de Santpedor en sus ruedas de prensa era por encomiar al rival hasta el empalago y no comentar jamás aspectos relativos al trabajo de otros entrenadores (salvo para elogiarles también) o de los árbitros, con la única excepción de su rifirafe con Clos Gómez, a quien no vaciló en calificar de mentiroso, lo que le valió una multa de quince mil mortadelos. Dicho patrón de conducta, alabado por todos, le ha valido al entrenador del FC Barcelona un plus angelical y de representante genuino de las virtudes del buen catalán, construyendo a su alrededor una imagen de humildad, mesura, criterio y bondad que el propio Guardiola se ha encargado de gestionar con la máxima eficacia. Así, no es de extrañar que un escritor de renombre y al que (hasta ahora) admiraba y dedicaba simpatías como Juanjo Millás comparase a Guardiola con Dios y a Mourinho con Lucifer, ahí es nada. Pero claro, cuando vienen bien dadas todos somos amables, mostramos buena cara y, si somos inteligentes (y sin duda Pep lo es, y mucho) nos metemos en el bolsillo a cualquiera, hasta el más enconado de los rivales.

Ahora bien, todos absolutamente, unos más y otros menos, llevamos dentro al doctor Jeckyll y a Mr. Hyde. Esa es la gran genialidad de la inmortal obra de Stevenson. El último suele aflorar en momentos de tensión, rompiendo la cáscara de convencionalidad de la que todos nos rodeamos cuando sopla la bonanza, cosa que no sismpre ocurre en la vida. No quiere esto decir que sea nuestro auténtico yo, simplemente que es una bestia dormida, más o menos temible según cada cual, que todos llevamos dentro y que sacamos a relucir a poco que se presente la ocasión, de modo inconsciente.

Llegados a este punto, me pregunto cuál habrá sido el motivo del cambio de discurso del entrenador culé en la rueda de prensa posterior al choque frente a Osasuna y que su equipo resolvió en dos llegadas al área rival. No hay halagos al rival, aparece el tradicional victimismo blaugrana (¡fíjate tú, pitarle un orsay a Pedro por dos centímetros!), una más que desacostumbrada ironía y ¡pásmense ustedes!, críticas hacia la posible designación de un árbitro portugués para el siguiente choque contra los blancos. En otras palabras: uso indisimulado del Manual para las Ruedas de Prensa, edición de siempre. Y el chico bueno que se esfuma... o se coge unas vacaciones, quejándose abiertamente en su lugar Mr. Hyde de que ¡todo el mundo da por favorito al archirrival! cosa que (y eso lo sabe bien él mejor que nadie) es absolutamente falsa. Vivir para ver: no es ahora Clos Gómez quien miente. ¿Es inconsciente Guardiola de su cambio de rol y ha dejado que su bestia particular salga a flote? ¿U obedece su aparente despotrique a lo de siempre (tácticas de comunicación, o sea)? Hace ya tiempo que dejé de creer en el buenismo del entrenador blaugrana, y lo atribuyo a una mise-en-scene perfectamente calculada y ejecutada. Una máscara, un personaje. Convincente, desde luego, y más vendible que un póster de Marilyn Monroe en paños menores... pero nada más. Por eso mismo pienso que lo de ahora es sólo un cambio de estrategia y que su discurso de ahora sigue siendo tan falso como lo era el de antes: no me creo enteramente ni uno ni otro. Ya no.

Y por cierto: también sigo pensando que su equipo es archifavorito para pasar la eliminatoria y llevarse la Champions, y que está uno o más peldaños por encima del resto. Esa misma es la razón por la que el reciente triunfo blanco en la Copa del Rey tiene más valor: la inmensa categoría del rival. Pero de ahí a desbancar a los culés del papel de favorito, media un abismo.

He dicho.

No hay comentarios: