Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

jueves, 21 de abril de 2011

Brindo por ustedes, señores

Tal día como hoy, y haciendo buenas mis palabras de hace unos meses a raíz del batacazo del Camp Nou, quiero acordarme sobre todo de la gran familia del madridismo, de aquellos que simpatizamos con el club más laureado del planeta, con el equipo que ha escrito algunas de las páginas más imborrables en la historia de este deporte. Alzo mi copa por ellos y con ellos, por esa Copa que ellos han alzado, y brindo por el triunfo de esta noche, elevando mis plegarias de agradecimiento a la diosa Cibeles por sernos favorable en esta noche de 20 de abril, veintiún años después de la famosa carta que cantaran los Celtas Cortos en su tema homónimo, y dieciocho (ahí es nada) desde que el Real Madrid consiguió conquistar su última Copa de España.

A los simpatizantes e hinchas del Barça, entre los que se cuentan amigos y familiares, mi respetuoso silencio. Sin más. El Barça sigue siendo una máquina de fútbol, y sigue siendo favorito indiscutible para pasar a la final de Wembley y ganarla, no me obceca tanto la victoria como para no apreciarlo. Punto.

Pero eso sí: no quiero dejar pasar la oportunidad de restregarle por las narices lo que ha pasado esta noche a tres personas, muy, muy concretas. La primera al presidente del FC Barcelona, Sandro Rosell, quien no hace mucho se atrevía a pronosticar una nueva manita de su equipo al Madrid. Puede que esa manita sonría a los tuyos en los partidos que aún quedan, figura, pero esta te la tragas con perdigones, soplador de vidrio, para que así aprendas a morderte la lengua y respetar más a los rivales, especialmente al más significado. Porque puestos a pedir disculpas, que es lo que procedía, ni siquiera tuviste la valentía de dirigirte a los madridistas, como era tu deber, sino a quien pudiera sentirse ofendido. Dando lecciones de señorío, o sea.

La segunda, para el portero titular del Barça, Víctor Valdés, por su bromita en el programa de Andreu Buenafuente, acerca de si el Madrid les ganaba en tiempos de la televisión en blanco y negro. Pues mira, hoy te han ganado en color, con alta defincicón, y visto en TDT. No se puede pedir más tecnología puntera. Te digo lo mismo que a tu ilustre presi: ciertas cosas se pueden pensar, pero jamás decir en público. A ver si aprendes.

Y la tercera, para un ilustre tuerceplumas como Lluís Mascaró, director adjunto del diario Sport de Barcelona, quien tal día como ayer se atrevía a calificar esta final como el partido "del Bien contra el Mal", añadiendo después que una victoria del Madrid significaba el triunfo de la mentira, la crispación y la caverna mediática. Pues a ver si aprendes a escribir en las paredes de tu propia caverna, so neanderthal, y de paso evolucionas un poco hacia el Cromagnon, que ya te toca.

Por ellos tres, alzo especialmente mi copa, y brindo a su salud, para que no pierdan nunca más las buenas maneras.

Y para que no se diga que voy de negativo y de revanchista absoluto, voy a hacer mía una frase de una persona con la que habitualmente no coincido, pero mira tú por dónde, hoy sí: hablo de Josep María Casanovas, decidor de verdades y director de la caverna donde mora el Homo mascaronensis. Hago mía la frase de su columna previa al partido: las finales no se juegan, se ganan. Totalmente de acuerdo.

He dicho.

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