Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

domingo, 14 de junio de 2009

¿Arde Barcelona?

Allá por agosto de 1944, con las tropas aliadas a punto de liberar la capital francesa de la ocupación alemana, y según cuentan Dominique Lapierre y Larry Collins en su novela ¿Arde París?, Adolf Hitler hizo esta pregunta en llamada telefónica para confirmar si, conforme a sus designios, la hermosa ciudad del Sena había sido destruida. Y de ahí el título de la novela a la cual, cómo no, siguió la homónima superproducción cinematográfica.

No es que yo tenga ganas de emular en lo más mínimo al dictador germano (¡Dios me libre!), pero de veras que me siento muy tentado de formular la misma pregunta a propósito de la también hermosa y vivaz capital del Principat de Catalunya. Y no porque albergue perversas intenciones hacia ella y sus gentes (¡Dios vuelva a librarme de nuevo!), sino por mera curiosidad. Semejante, pongamos por caso, a la de Martí Perarnau cuando manifestaba su interés por conocer las fuentes que financiaban al Real Madrid y sus recientes fichajes de relumbrón por una parte y de insensato vértigo por otra.

La razón es muy simple: los medios deportivos de la ciudad de los condes han entrado literalmente a saco contra el Real Madrid y su presidente tras el acuerdo alcanzado con el ManU para el fichaje de CR7 (¿o será CR9 a partir de ahora?). No voy a repetir lo reseñado por ellos. Primero porque me niego a ensuciar estas páginas con inmundicias pseudoperiodísticas. Y segundo porque, como de costumbre, alguien muy bien documentado lo ha hecho con mayor detalle y exhaustividad de la que yo habría sido capaz. Se argumenta (es un decir) de todo: desde un pésimo ejemplo moral en los tiempos de crisis que corren, de inmoralidad, de chulería, de caprichos de nuevo rico... en definitiva: vitriolo cirrótico a borbotones, sazonado con una buena dosis de demagogia. Porque, sí: estoy de acuerdo en que el gasto es obsceno, y como tal lo he manifestado en estas páginas en voz alta y clara para quien lo ha querido leer y, de hecho, lo ha leído. Y es obsceno por dos motivos. El primero, porque ningún futbolista vale ese dinero; el segundo, porque se trata de una apuesta arriesgadísima que, en caso de torcerse (supongamos que por una lesión grave), supondría un lastre económico de una magnitud descomunal... si es que no desembocará en ello incluso sin mediar daños físicos al jugador.

Pero mis razones se acaban ahí, y sólo ahí. No entro, ni entraré, en consideraciones de tipo moral o ético contra Florentino Pérez y su equipo por ello. No creo que el fichaje, aún siendo obsceno por la cuantía desembolsada, tenga mucho que ver con la decencia. Si uno dispone de un capital, y decide invertirlo en lo que le dé la gana, allá cada cual. Otra cosa muy distinta es que, usando dicho capital, pagues 100 por una mercancía que vale 60. O que, por gastarte semejante suma de dinero, pongas en peligro tu economía y, de paso, la seguridad o integridad de tu hogar y tu familia. Por ejemplo.

En cambio, sí que cargaría el ariete del reproche ético y moral contra las entidades financieras que han facilitado al Real Madrid los fondos necesarios para la operación. Y lo hago así porque esas mismas entidades (Banco de Santander, Cajamadrid, La Caixa o quien sea) han eludido por milímetros una bancarrota segura de no haber recibido una generosísima inyección de liquidez en forma de dinero público. Del contribuyente. Suyo y mío, oiga. Me parece escasamente ético que no vacilen en financiar a un club de fútbol (el que sea) con una millonada mientras que, por otra parte, regatean o deniegan ayuda a los que la necesitan para fines mucho más urgentes y vitales. Otra cosa es que el club de fútbol decida hacer con la millonada lo que estime oportuno, ahí no puede existir reproches de indecencia, aunque sí de insensatez. Las demás valoraciones no son sino ejemplos de demagogia pura y dura, pues quienes claman por la solidaridad social no han dado ni un céntimo, que se sepa, para aliviar las penurias de los más necesitados. Y a la hora de criticar, ya se sabe que siempre hay que hacerlo predicando con el ejemplo. Lo contrario es gratis, pues cualquiera puede hacerlo.

Para finalizar, me haré en voz alta la misma pregunta: ¿qué hubiese sucedido de ser el F.C. Barcelona el autor de la salvajada? ¿Cómo habrían acogido los medios catalanes la noticia? ¿Habrían clamado por la solidaridad con los más desfavorecidos en tiempos del cólera (Perarnau dixit)? O por contra, como ya sucediera en el pasado, ¿habrían aplaudido cerradamente la operación? Naturalmente me decanto por lo segundo, no sin antes admitir, sin que me duelan prendas por ello, que entonces estaría Madrid en llamas.

Y es que, a mi juicio, con semejante torrente de despropósitos, los señores de la prensa culé han cometido un error de primerísima magnitud: ya pocos se acuerdan del recientísimo (y bien merecido) triplete. No es ya que el Real Madrid en pocas semanas les haya arrebatado el protagonismo mediático: es que ellos mismos, con su necia actitud, con su provinciana, paleta y victimista contumacia, han contribuido decisivamente a ello. Hubiera sido mucho más sencillo y bastante menos costoso ignorar la noticia del fichaje, o dedicarle una esquinita de la portada, tal y como han hecho cuando el Real Madrid ha ganado alguna Champions. Pero no. Podían, y con razón, haber sacado aún más pecho por sus logros futbolísticos, pues son algo real y tangible a lo que agarrarse, en tanto que lo más que el Real Madrid puede hacer son castillos en el aire, al menos de momento. Pero no. Podían haber hecho mucho más hincapié en los errores de florentinatos pretéritos, en el efecto devastador que estos fichajes pueden tener sobre los canteranos, en la posible desunión del vestuario, en la papeleta que supone deshacerse de los jugadores que ahora sobran en el conjunto merengue. Podían, en suma, haberse ceñido a lo estrictamente deportivo. Pero tampoco: tenían que sacar en portada a CR7 flirteando con Paris Hilton.

Pero con semejantes cabezotas puestos a vociferar, ¿qué puede esperarse de bueno?

Y a todas éstas: ¿Arde Barcelona? Me pregunto.

He dicho.

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