Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

martes, 9 de marzo de 2010

Fuera de quicio

Llevamos apenas un par de días desde la jornada del fin de semana pasado, y las consecuencias no se han hecho esperar. Por un lado, la euforia desatada con el asalto al liderato y, por otro, el negro pesimismo derivado de la circunstancia opuesta, amén de no pocas estupideces de una parte y de la otra. Estupideces que, naturalmente, el común de los lectores consume de forma voraz al comprar su diario favorito.

La victoria madridista ante el Sevilla en el Bernabéu tiene varias lecturas. En ella, hay elementos que se han mantenido invariables con respecto a otras ocasiones, mientras que otros son sin duda novedosos. Entre los primeros: que se logró el triunfo de modo agónico y en el último suspiro, que Guti volvió motivado al campo desde el banquillo y dio un recital (se vistió de Doctor Gutiérrez, vamos) para que su equipo le hiciera un roto al Sevilla, y que el Madrid arrinconó y acongojó al rival, llevado por su afición y haciendo gala de su férrea convicción. Los elementos novedosos fueron que, en esta ocasión, la testiculina se mezcló con el buen juego durante buena parte del partido, que esta vez el Pipita Higuaín no sumó goles y que los jugadores, al final del partido, formaron una piña en el centro del campo, ante el delirio del público del Bernabéu. Este último hecho es mucho más importante de lo que parece a simple vista, pues podría significar a las claras que existe verdadero espíritu de equipo y no sólo una buena colección de individualidades. Como para hacer reflexionar a aquellos (el que suscribe incluido) que pensaban (pensábamos) que semejante colección de onerosos egos se descomprondría bajo su propio peso. El último detalle significativo es que, a diferencia de lo que sucedía el año pasado, esta vez nadie ha cuestionado la justicia de la victoria merengue, más allá de que si hubo falta previa en el gol de Van der Waart, o si el córner que precedió al gol de Sergio Ramos lo fue o no.

La inyección de moral ante el próximo compromiso de Champions es obvia, pero los periódicos capitalinos se están desmadrando, y no poco: que si ganaremos por 3-0, que si en el Bernabéu mandamos nosotros, y cosas por el estilo. Se olvida que el Madrid no podrá contar con Xabi Alonso como canalizador de su juego y que deberá confiarse una vez más a la motivación de Guti, lo que equivale a jugar a la ruleta rusa (si tiene un mal día, adiós), y también se olvida que el Madrid ya ha pinchado en el Bernabéu ante el Milán, aunque aquello suene hoy a pretérito. Todo ello, naturalmente, sin olvidar la motivación extra que las portadas altisonantes pueden suponer para los rivales, a coste cero.

Y como era previsible, en el Principado tampoco andan mancos precisamente. En un principio, algunos se quedaron en estado de shock, y valga como muestra la columna de Joan María Batlle del domingo pasado, en la que repite por dos veces la expresión a bote pronto, como si se le hubiesen embotado las neuronas, perdido como estaba entre síntomas de barra de bar (se ha perdido frescura y chispa, las causas pueden ser tácticas, físicas o incluso arbitrales, el Barça no está fino). Tan preciso como un bisturí eléctrico, o sea. Atrás quedan sus pontificados y cartas pastorales del año pasado (no teman, no se engañen). Parece más bien que precisa de auxilio espiritual. Hoy, Martí Perarnau analiza el estado de ánimo de unos y otros en función de la dualidad optimista/pesimista que caracteriza a las aficiones a ambos lados del puente aéreo. El Bene Gesserit Casanovas prefiere, por su parte, centrar su diagnóstico en la ineficacia goleadora de jugadores como Ibrahimovic y Henry. Y de nuevo Batlle, presuntamente más repuesto en relación al sábado por la noche, se centra en la dependencia excesiva del buen estado de forma de Gerard Piqué, sobre todo al compararle con Márquez o Chygrynskiy. Me ha sorprendido no haber leído nada de mi querido Pepelu. Pero es que por la tarde tiene charla digital con sus lectores, y eso requiere un esfuerzo y una preparación ciertamente extenuantes.

En el Mundo Deportivo, más de lo mismo: Santi Nolla (quizá el más lúcido hoy, que no ayer) hace hincapié sobre el bajo estado de forma de algunos jugadores azulgrana (Ibra, Touré y Henry) aunque esto suene a poner los nombres y apellidos que Johann Cruyff no quiso mencionar ayer en el Periódico de Catalunya. Y los demás, a lo suyo: diagnosticar y diagnosticar. Que si la defensa, que si el centro del campo, que si el ataque. Menos mal que a Víctor Valdés no se le cuestiona. De momento.

Pero sí que me ha llamado la atención, y mucho, la columna de Lluís Foix, ex director de la Vanguardia y colaborador habitual en MD, quejándose amargamente de la a su juicio vergonzosa hostilidad que se respira contra el Barça y de la que acusa a la prensa de Madrid. Afirma Foix que se ha llegado a atemorizar al cuerpo arbitral, que se pretende acabar con la paciencia de Guardiola, que se realiza desde algunos medios una persecución meticulosa de lo que hacen los jugadores azulgrana en el terreno de juego... etcétera. Supongo que se refiere también a los gritos de ¡Villarato, villarato! que el público de Almería dedicó a los suyos en algunas fases del partido. Pero la memoria, como siempre, es flaca cuando conviene. Y se olvida muy convenientemente el señor Foix de que durante décadas la prensa deportiva de su ciudad ha sido en extremo hostil hacia el Real Madrid y sus triunfos, fueran estos merecidos o no. Olvida el señor Foix las también vergonzosas portadas sobre la vida privada de Guti aparecidas en el medio para el que escribe que, por cierto, vuelve hoy mismo erre que erre contra el '14'. Y, para no extenderme demasiado, pasa también por alto las informaciones que hoy mismo publica MD sobre el supuesto pánico en Madrid ante la posibilidad de una eliminación en Champions, o las presuntas tretas del Real Madrid (atención: no de la prensa de Madrid) para desestabilizar al Barcelona y ganar jugando sucio. Esto, por supuesto, no es hostilidad sino información objetiva. Con semejantes argumentos, señor Foix, ¿cree usted de verdad que tiene la más mínima credibilidad? Yo no niego que exista hostilidad en Madrid hacia el Barça, pero usted y su entorno carecen de la fuerza moral necesaria para reprochar algo semejante: no están para dar lecciones de objetividad y concordia a nadie.

En resumen: que los unos harían bien en no abandonarse a la euforia y soltar las campanas al vuelo de modo prematuro, pues la piel del oso se cobra cuando éste está muerto, no antes. Y los otros, ¿por qué no sacan a relucir ese seny del que tanto presumen y se dejan del victimismo habitual? Todo está por decidir, para unos y para otros. De aquí a dos meses y medio, la solución a todos los enigmas.

He dicho.

1 comentario:

Loly Díaz dijo...

El Real Madrid: una de cal, otra de arena. ¡Salud! ;)