Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

jueves, 27 de agosto de 2009

Dudas

Recientemente, la "Operación salida" en el Real Madrid se ha saldado con los traspasos de Wesley Sneijder y (esta misma mañana) el de Arjen Robben con destinos dispares: Inter de Milán y Bayern de Munich, respectivamente. Quedan pendientes los del canterano Miguel Torres y Rafael Van der Waart, y con ello se daría por cerrada la plantilla para este ejercicio, si las informaciones publicadas en la prensa deportiva no van mal encaminadas. Desde el punto de vista económico, el club necesitaba hacer caja después del dispendio veraniego (sobre todo por la compra de CR9 a un precio desorbitado), así como ajustar la plantilla a un número de jugadores razonable. Esto completa una lista bastante larga de bajas, que comprende también a Codina, Cannavaro, Faubert, Saviola, Javi García, Huntelaar, Parejo, Negredo, Heinze y el gran Míchel Salgado, justamente homenajeado antes de la disputa del trofeo Santiago Bernabéu. Es decir, han salido (o pueden salir en total) catorce jugadores del equipo, y se han incorporado siete, más la repesca de los lesionados Van Nistelrooy y Mahamadou Diarrá. Los cambios respecto al año anterior ascienden a la quincena larga, si se tiene en cuenta la baja federativa de Rubén de la Red, por problemas de salud. Osea, una purga estaliniana en toda regla.

No sé exactamente qué es lo que se esconde detrás de la venta de los dos jugadores holandeses. Con la de Sneijder, el Real Madrid pierde a un buen centrocampista (y no es que disponga de muchos con talento), así como a un excelente lanzador de faltas, y con Robben pierde velocidad y capacidad de desborde, ahora centradas casi exclusivamente en CR9 y, en menor medida, en Kaká y Benzema. Bien podría suceder que la marcha de Robben (Calderón debe estar tirándose de los pelos, después de lo que le costó traerle) traiga aparejado un compromiso para la incorporación de Ribéry el año próximo. Si es así, poco que objetar, pues en el cambio el Real Madrid gana claramente, y mucho. El francés tiene mucha más capacidad de sacrificio y juega para el equipo más que para su lucimiento personal. Por otra parte, es menos proclive a las lesiones que el holandés, cuyas veloces piernas son de cristal. Y por si todo esto fuera poco, es de los pocos jugadores de banda capaz de hacérselo pasar realmente mal a cualquiera. Y el Real Madrid, ahora más aún, se queda pidiendo un jugador con desborde por la derecha a gritos.

Pero si no es así, la jugada es nefasta. Además de las carencias derivadas de su ausencia, sus traspasos refuerzan directamente a dos posibles rivales de Champions. Y ya se sabe que no hay peor astilla que la de la propia madera. Para colmo de males, la defección de estos jugadores se efectúa en contra del criterio de Manuel Pellegrini, quien manifestó de viva voz contar con ellos. Es decir, la opinión del entrenador en asuntos deportivos cuenta menos que la del director general o el del presidente y, como bien apunta Javier Gómez Matallanas en la edición impresa del MARCA de hoy, le pone en solfa delante de sus jugadores, visto su nulo margen de maniobra para defenderles. Esto empieza a recordar tiempos pasados que se suponía bien enterrados y de los que se decía haber extraído las lecciones pertinentes: gestión presidencial, fichajes de relumbrón, acumulación de egos superlativos en el vestuario, un entrenador dócil y complaciente y eliminación sistemática de la llamada clase media en aras del beneficio económico por derechos de imagen.

Y además, si esta situación va acompañada de un acoso como el que se ha sometido a Sneijder, humillándole al privarle de su taquilla (en eso también tenía razón el bueno de Sergi Solé) para forzarle a fichar por el Inter, peor aún. La experiencia es buena consejera, y un día no muy lejano se quiso forzar de modo semejante a un tal Steve McManaman para que saliera del club, se supone que por no encajar en el perfil galáctico estándar, entonces al uso. Pareció por momentos que el inglés se vería obligado a entrenar con los chicos del filial, pero le importó poco y así lo manifestó de viva voz. Resultado: se ganó incondicionalmente el respeto de sus compañeros y el cariño inquebrantable de la afición. Volvió al primer equipo, y hizo lo que sabía: jugar y marcar goles, como el segundo frente al Barça en el Camp Nou que dejaba a los culés listos de papeles y al Madrid en la final de Glasgow. ¿Cuáles eran los verdaderos motivos de Sneijder para querer quedarse? ¿Amor al club o a Madrid la nuit (como sibilinamente han dejado caer en MARCA)? En el primer caso, razón de más para que la venta sea un disparate. En el segundo, no hay discusión.

La venta de estos jugadres, claramente debilita al equipo en zonas en las que no anda muy sobrado (banda y medio campo) para una temporada que se prevé larga y complicada, y en la que figura el reto de llegar a la final de la Champions, a disputar en el coliseo merengue. Esto significa menos recambios para Xabi Alonso (quien se convierte así en pieza casi insustituible en el esquema blanco), CR9 y otros rutilantes fichajes, sobre los que recaerá un peso que al final de la temporada puede ser decisivo.

Y dicen por ahí que Miguel Torres es víctima de un acoso (o mobbing, como se dice ahora) similar al sufrido por Sneijder. Espero fervientemente que no sea el caso. Torres ha demostrado sobradamente su utilidad, apoyada en el hecho de que puede jugar en las dos bandas y de que es mucho mejor defensor que Marcelo (algo no demasiado difícil) y que Drenthe (cuesta menos aún). Hacerle eso al chico después de los oscuros pero eficientes servicios prestados a su club de toda la vida sería verderamente canallesco. Sin paños calientes.

Osea, que si ayer defendí a Valdano a propósito de sus declaraciones sobre el frustrado fichaje de Gabi Milito, hoy tengo que atizarle y a base de bien a él, a Miguel Pardeza y al propio FP, por la forma en que están llevando a cabo la salida de jugadores del Real Madrid. Por lo que supone en términos deportivos para el equipo y, sobre todo, por la pésima imagen que se da del club, convertido de nuevo en una sociedad mercantilista, más que en un club de fútbol.

He dicho.

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