Ni siquiera la muerte podrá separarnos ...

lunes, 6 de julio de 2009

Tracas y más tracas

Desde que Florentino Pérez llegara a la presidencia del Real Madrid, hace cosa de un mes, la balanza mediática se ha desplazado desde Barcelona hasta la capital de España en lo que se tarda en chasquear los dedos. Chas. Así de sencillo, que no de barato, naturalmente. Primero fue Kaká, luego el shock CR7 (ahora CR9), más tarde la apuesta nacional por Raúl Albiol (menos mal que esta vez FP no ha tardado años en incorporar a un jugador español) y finalmente Karim Benzema, tanto tiempo pretendido por el FC Barcelona, si es que hemos de creer a pies juntillas a sus pasquines oficiales, claro. Esos mismos que ahora afirman, sin asomo alguno de rubor, que al lado de David Villa no es más que un segundón. Puede que lo sea. Igual que sucede con los demás fichajes, su rendimiento es toda una incógnita que sólo el tiempo y el devenir de los acontecimientos terminará por desvelar. Podrá triunfar, tal y como el madridismo espera y desea, o no (tal y como los acérrimos rivales sueñan). Pero no deja de llamar la atención lo de siempre: si algún jugador es señalado como posible fichaje azulgrana, los elogios suben hasta la órbita... de Plutón. Pero si, por esas cosas de la vida y de los mercados futboleros, el susodicho jugador se decide por el Real Madrid, enseguida viene el cuento de la zorra y las uvas. Uy, fíjate, si después de todo estaba verde, el chaval. Je, menudo fiasco los troncos de col éstos, fichar semejante zoquete. Y el viaje siguiendo la órbita de Plutón se convierte en una vuelta a la manzana... como mucho. En este caso, la comparativa no deja de ser aún más desconcertante (por inapropiada) cuanto que el asturiano no es aún jugador del FC Barcelona, mientras que el francoargelino sí ha sido fichado por el Real Madrid.

En la capital del Principado algunos se están poniendo nerviosos por la ausencia de caras nuevas en el equipo. A mi juicio, sin motivo alguno. Como bien señalaba hace poco Cesc Fábregas en rueda de prensa, el Barça tiene el equipo hecho y hoy por hoy, es el gran rival a batir no sólo en España, sino en Europa. Así pues, ¿por qué el Sport reclama fichajes ya? ¿Son realmente tan necesarios? De verdad, no lo creo, salvo quizás un recambio para Samuel Eto'o, de quien una vez más se quiere prescindir, acaso porque es la última oportunidad de obtener alguna ganancia por su traspaso (cumple contrato el año que viene y se iría gratis, aunque más que amortizado) y acaso porque en Can Barça siguen siendo conscientes de que el camerunés es una bomba de relojería andante, capaz de hacer saltar por los aires el vestuario más unido. Antecedentes hay. Con ese recambio, y un refuerzo en el lateral izquierdo (Sylvinho también ha dicho adiós, y Zhirkov ya no puede ser la alternativa, pues Abramovich se ha hecho con sus servicios para el Chelsea), deberían tener los deberes más que hechos.

Vuelvo a lo mismo: por muchas tracas que resuenen en el Bernabéu, la apuesta de FP es arriesgadísima en lo económico, pero también en lo deportivo. La plantilla blanca sigue teniendo tremendas carencias, entre ellas un jugador con criterio para manejar la batuta en el centro del campo y de surtir de balones a los atacantes de lujo recién adquiridos, así como un lateral izquierdo que sepa de verdad lo que es defender. Y lo más importante: conjuntar el grupo hasta convertirlo en un verdadero equipo, capaz de jugar armoniosamente sin que salgan a relucir los egos particulares, que cada cual asuma su rol como parte de un engranaje cuyo buen funcionamiento es mucho, muchísimo más importante que su lucimiento personal. El reto para Pellegrini es formidable, tanto más cuanto que la hinchada de la capital, exigente y resultadista como ninguna, bien podría trocar los vítores por silbidos si el buen funcionamiento no es inmediato. El gran desafío sigue aún ahí, intacto, sepultado por las ilusiones generadas por los fastos con que se han celebrado los nuevos fichajes. Y de momento, todavía persiste la oscura incógnita (¿saldrá bien?), cuyos antecedentes no mueven precisamente al optimismo.

Tanto que, más que desear que salga bien, un servidor ruega a todos sus dioses particulares por que no salga mal. Que parece lo mismo, pero en este caso no lo es. No exactamente.

He dicho.

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